Las mujeres privadas de libertad que carecen de un domicilio cuentan ahora con una casa que las albergará durante su proceso de inserción social, y se ubica en Heredia.
El lugar fue cedido por las Hermanas Franciscanas de la Purísima Concepción para que lo administre la Asociación Siervas de El Buen Pastor, con quienes el Ministerio de Justicia firmó un convenio de cooperación.
Ocho mujeres que pasaron al programa Semi institucional estrenaron la casa como opción domiciliar, al carecer de una vivienda o una familia que las acoja mientras completa la pena. Ellas continúan estudiando y trabajando.
De forma paralela, ellas reciben atención por parte del personal técnico de Adaptación Social. De no contar con la opción de esta vivienda, no podrían acogerse al programa Semiinstitucional.
Precisamente durante la inauguración se sumaron tres nuevas usuarias procedentes del CAI Vilma Curling. Una de ellas es Yendry Campos, quien, tras ocho años en prisión, pasará a vivir a este centro domiciliario.
“En un principio, cuando entré a prisión, no sabía qué hacer con mi vida, tenía una sentencia alta y estaba lejos de mi familia. Pasé ocho años en cautiverio, pero con la ayuda de Dios, mi propia decisión y personas que creyeron en mí, todo cambió”, comentó Yendry quien llegó a su nueva casa con una bolsa cargada de ropa, y en su corazón muchos recuerdos, logros y esperanzas.
“Me matriculé en el departamento educativo, me gradué de tercer ciclo, bachillerato por madurez y, actualmente, estudio en la UNED un diplomado en gestión turística sostenible. Mis logros los he ido realizando paso a paso. Recibí la oportunidad de ser recomendada a Casa Paz y mi objetivo principal es completar mis estudios, ser profesional y tener herramientas para aplicar en la educación de mis hijos”, añadió.
“Salir en libertad y comenzar de cero no es fácil, sobre todo cuando no se cuenta con familia ni nadie y más si uno es extranjero. Gracias a este proyecto estoy armando un negocio propio y quiero iniciar mi carrera universitaria”, comentó Fara Sánchez, otra de las beneficiarias, quien llegó a Casa Paz hace un mes.