170° ANIVERSARIO DEL HIMNO NACIONAL DE COSTA RICA

Extracto de la portada de una partitura del Himno Nacional, de la Sala de libros antiguos y especiales de la Biblioteca Joaquín García Monge, Universidad Nacional.

A mediados del mes de junio, se conmemoraron dos importantes efemérides heredianas y nacionales: el sábado 11 de junio, el 170° aniversario de la composición y ejecución por primera vez del Himno Nacional de Costa Rica (1852-2022) y el miércoles 15 de junio, el 145° aniversario del nacimiento de don Alfredo González Flores (1877-2022).

 

Composición y ejecución por primera vez del Himno Nacional

Esta obra musical fue compuesta por el herediano Coronel Manuel María Gutiérrez Flores, en ese momento Director General de Bandas de Costa Rica.

El editorial del Diario de Costa Rica del jueves 12 junio de 1952, titulado “Un siglo de vida tiene ya nuestro Himno Nacional”, con motivo del Centenario de la conmemoración de tan importante Símbolo Nacional, nos dio una semblanza del mismo:

“Cien años han pasado ya desde aquel día en que por la primera vez se escucharon en los cielos de la patria, los acordes marciales de nuestro Himno Nacional. La historia cuenta que el gobierno presidido por don Juan Rafael Mora vióse de improviso en el caso de tener que recibir la visita de dos misiones diplomáticas, una de Inglaterra y otra de los Estados Unidos y advirtió que para las ceremonias de rigor, la República no contaba aún con su propio Canto de gloria. Con la decisión característica de sus actos, ordenó en seguida la preparación de aquel canto, a fin de recibir dignamente a los ilustres huéspedes de dos naciones amigas a quienes se debía agasajar en la forma adecuada a sus investiduras.

¿Quién podía escribir aquella pieza patriótica? El propio presidente Mora indicó al maestro don Manuel María Gutiérrez, que servía entonces como director de la Banda militar de San José y era un artista consumado y un ciudadano de excepcionales alientos cívicos. El presidente conocía al músico herediano y apreciaba en él talento y anhelo de servicio a su patria.

La conseja ha repetido que el Comandante en jefe para asegurarse de que la obra sería ejecutada, cuando don Manuel María protestó su incapacidad para ella, ordenó arrestarle y que fue, privado de su libertad puesto que se hallaba bajo el fuero militar, como el glorioso artista preparó su trabajo y como nació a la vida de la República nuestro bello Himno Nacional.

Con ocasión del centenario de esta obra, los investigadores de la historia se han dedicado con loable esfuerzo a aclarar todas la dudas sobre aquel hecho y han sacado en claro que jamás existió tal privación de libertad.

Realmente así tiene que ser, pues no podía surgir de un recinto privativo de la libertad humana, un himno que proclama precisamente la libertad de los costarricenses y exhorta al mantenimiento de ella por encima de todos los sacrificios. Nuestro Himno Nacional es sin lugar a dudas un Canto de libertad del pueblo y desde su origen estuvo inflamado por ese carácter.

De tal manera, pues, tuvo su propio Himno nuestra patria.

Fue estrenado con ocasión de la visita de aquellos diplomáticos. Así lo afirman también los estudios históricos que se han efectuado posteriormente, aun cuando ni La Gaceta ni periódico alguno registraron el hecho. El periodismo en aquellos años apenas se iniciaba y no tenía el carácter informativo que con los años ha llegado a adquirir en el país. De acuerdo con las noticias relacionadas con la llegada de los representantes extranjeros a San José, se ha llegado a establecer que le Himno fue ejecutado por la primera vez el 11 de junio de 1852.

Desde entonces, ha constituido el máximo canto patriótico. Por algunos años, sin embargo, no tuvo letra. Hacia el año 1860 un modesto seminarista se atrevió a escribir una letra para el Himno, que se cantó hasta el año ochenta en que el profesor y periodista don Juan Fernández Ferraz compuso una nueva letra, de mayor extensión y de superior sentido de elevación filosófica. Mas ninguna de ellas llegó a aceptarse como letra oficial de nuestro Himno.

En 1903 se hizo evidente el anhelo de el Himno tuviera una letra adecuada a la condición social del medio costarricense y a la música del maestro Gutiérrez. Fue convocado un certamen y le correspondió el triunfo al poeta don José María Zeledón Brenes (Billo) que presentó la composición literaria tal como se canta actualmente en el país. Esa letra es oficial desde el año 1949 en que la Junta de Gobierno presidida por don José Figueres por medio de un decreto especial le dio tal reconocimiento.

Esta es, a grandes trazos, la historia de nuestro Himno Nacional, cuyo valor como obra musical nadie se atrevería a negar, porque aparte de ser una composición técnicamente confeccionada, ella le habla al alma costarricense en un lenguaje de sones sublimes imposibles de mover de la sensibilidad de cuantos sentimos vibrando los sentimientos más nobles al escucharlos.

Los pueblos necesitan símbolos para entrañar en ellos sus hondos sentimientos de la patria y de los hechos eternos de su espíritu. Por eso cuando carecen de ellos, los inventan. De esta manera han nacido la bandera, el escudo, las insignias y asimismo la leyenda edificante de los héroes. Al influjo de las notas marciales de los himnos patrióticos y tras los vivos y sagrados colores de los pabellones han marchado los pueblos hacia la muerte incluso, simbolizando tal hecho, la defensa de convicciones profundas del alma humana.

Hay un indescifrable lenguaje en el que los símbolos hablan a las naciones. Por eso emocionan la notas musicales y los colores de la bandera hasta conducir a los hombres a inspirar sus ánimos hacia la consecución de aquello que se juega lo mejor para la patria o la familia.

La anécdota revive que cuando nuestros laboriosos campesinos marchaban hacia los campos de batalla de Rivas, San Rosa y San Juan, no llevaban muchas provisiones de alimentos: pero encendidos por el deber de la defensa de su patria, iban entonando viejas canciones y enarbolando banderas como sí, en el alma misma de todo un pueblo, fuesen brotando los símbolos de la patria como una necesidad de su espíritu.

Y en la historia de los pueblos, los símbolos patrios tienen una profunda significación.

Por este motivo, tiene gran trascendencia para Costa Rica la efemérides que se está recordando en estos días.

Tiene asimismo gran significación en la historia de la República, la personalidad de don Manuel María Gutiérrez y no es posible hacer mención de la historia de nuestro Himno Nacional, sin recordar de una manera plena de afecto y admiración al gran artista que supo captar en las notas de su obra, el latido auténtico del alma nacional.

Don Manuel María, como muchos de los costarricenses que han contribuido a formar la fisonomía de Costa Rica, surgió de la entraña misma del pueblo, de las humildes familias de antaño que dieron a la patria descendientes capaces de escalar las más altas posiciones por sus propios méritos. Es en sí mismo un símbolo de la patria.”

El natalicio de don Alfredo González Flores

Fotografía de don Alfredo González Flores, publicada en la revista El Foro, San José, Costa Rica, 15 de mayo de 1914, N°1, Tomo X. Colección personal. Esta imagen es muy significativa pues el corte de su saco está hecho de una tela que se denomina “chinilla” y quizás por su gusto por él, algunos apodaron a don Alfredo como “Chinilla”.

Don Alfredo Roberto de Jesús González Flores, extraordinario ser humano, cuya principal virtud fue la humildad y la caridad, fue el gran estadista que estableció los sólidos fundamentos de la República de Costa Rica del siglo 20 y cuya trascendencia llega hasta el siglo 21.

Como la gran mayoría de nacimientos tenían lugar en las casas, se presume que el de don Alfredo, hijo de don Domingo González Pérez y doña Elemberta Flores Zamora, no fue la excepción, por lo cual, el mismo tuvo que ser en la casa ubicada entre la Avenida 1ª Luis Rafael Flores Zamora y el actual bulevar ubicado entre la Calle 2ª Rubén Darío, costado oeste del lado este de la Escuela Joaquín Lizano Gutiérrez, casa donde propongo respetuosamente colocarse como homenaje en este 145° aniversario, un placa conmemorativa, que refiera este antecedente histórico.

Un dato curioso también relacionado a su nacimiento, es que las Actas de bautismo y matrimonio anotan el 16 de junio de 1877 como el día en que tuvo lugar el primero, pero no indica la fecha de nacimiento, por lo que se pensó que el propio día del bautizo tuvo lugar el mismo. No obstante, en un libro que obsequiare doña Delia Morales Gutiérrez a su esposo don Alfredo con ocasión de uno de sus cumpleaños, aparece en la dedicatoria el 15 de junio como el día del nacimiento de González Flores. Igualmente, otro dato interesante, es que el citado 15 en que se conmemora el Día del Árbol, en el decreto N° 14 donde se estableció con el título de “Fiesta de la plantación de los árboles”, durante la administración presidencial de don Alfredo, dispone su artículo segundo: “Señálase el 15 de junio próximo para que tenga lugar la primera fiesta de ese género.”

Dentro de las muchas obras durante su Presidencia de la República, solamente para citar algunas, se encuentran la creación de la Escuela Normal de Costa Rica y el Banco Internacional de Costa Rica, hoy Banco Nacional.

Fue declarado Benemérito de la Patria por Acuerdo N° 65 del 23 de julio de 1954, publicado en La Gaceta N° 176 del 7 de agosto de ese año.

En su honor, llevan su nombre en Heredia, el Museo y Casa de la Cultura y su sala museológica, el Liceo Nocturno que comparte su sede física con el Benemérito Liceo de Heredia, la Sala de Sesiones del Concejo Municipal de Heredia y el Hogar para ancianos Alfredo y Delia González Flores.

Para concluir esta semblanza pequeña, en homenaje al preclaro herediano, comparto el que creo es el mayor pensamiento del señor González Flores, que trasciende el tiempo y así es tan actual como cuando le manifestó:

“No prometamos en programas lo que sabemos que no podemos cumplir; pero tampoco digamos que no podemos cumplir lo prometido por falta de medios, simplemente porque tales medios no se encuentran listos a nuestro inmediato alcance”, sea “No prometamos lo imposible, pero no llamemos imposible lo que solamente no es fácil”.

 

Fuente: Diario de Costa Rica, San José, Costa Rica, jueves 12 de junio de 1952, N° 9591, Año XXXIII. Biblioteca digital del Sistema Nacional de Bibliotecas de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano, sitio de internet Family Search, entre otros.

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