La mayoría de nosotros hemos pasado en la vida por malos momentos, situaciones duras. Es fácil entonces sumirse en la desesperación o apartarlos como si no hubieran ocurrido.
Cuando llega el sufrimiento, tenga la forma que tenga, el cuerpo y la mente piden escapar, desaparecer. Tal vez nos llenamos de rabia, odio hacia los demás y añadimos más dolor a la situación. Incluso es posible que reaccionemos como si nada hubiera pasado: ignoro la situación, simplemente, no existe para mí. ¿Si te duele, si necesitas llorar, si estallas y si lastimas a alguien? ¿qué haces? ¿Dónde está esa pastilla mágica que borra o evita todo este sufrimiento? En momentos, probablemente busques algo para no sentir, algo que te evite acercarte al sufrimiento, pero no existe. No hay pastilla mágica que borre todo el sufrimiento de una persona, de una familia o de una comunidad.
A veces nos preguntamos, el ¿porque? no podemos superar ese dolor, la respuesta la tenemos enfrente a nosotros mismos como por ejemplo: la resistencia a los cambios de vida, de rutina, de pensamientos, a la envidia o los celos, esto nos drena energía y nos resta fuerza para salir adelante, las personas negativas que aceptamos tener cerca, hacen un ambiente nocivo y más difícil para salir a delante y el no menos importante la falta de amor propio.
¿Cómo podemos afrontar el dolor emocional?
Enfrenta tus miedos, explora tu lado oscuro y explora los aprendizajes que te trajo en ese momento, dando pasos pequeños hacia tus miedos, tu confianza se asentará. Afrontar nuestro propio sufrimiento sin juicio y con una actitud de cordialidad y bondad, es fundamental para la resiliencia.
Acepta tu sufrimiento, ser consciente de lo que te está pasando es una habilidad muy importante ya que te permite entender y cambiar. No debes juzgar lo que te está pasando sino aceptarlo para poder continuar.
Permítete sentir, no escuches a quien te diga que no llores, ignora a todo aquel que te diga que hagas como si no pasara nada…no les haga caso. Permítete llorar, gritar, reír. Si necesitas desahogarte, hazlo; el desahogo emocional es necesario y saludable. Todos necesitamos “descargar” lo que tenemos dentro para poder cerrar etapas y continuar.
Escribe sobre tus dolores y emociones, dedica un tiempo a escribir palabras de comprensión, aceptación y compasión hacia tí sobre algo que te supone una lucha o por lo que te culpas, te ayudará a curarlos y a transformarlos en sabiduría.
Practicar autocompasión no es tener pena de uno mismo sino ser amable con uno mismo, cuando empiezas a desarrollar una actitud más amable hacia ti, iras avanzando en sanar ese dolor emocional.
Reduce la velocidad, respira, vive el presente en cada momento y siente la paz que esto cultiva. Practicar respiraciones pausadas, meditaciones, etc., nos lleva cada vez más al presente, y ofrece maneras para tratar las emociones negativas cuando surgen.
Priorízate a ti mismo, a tus cosas, a tus deseos, a tus emociones, dedícate el tiempo necesario, descansa, aprovecha para practicar actividades que te generen bienestar. No tomes decisiones apresuradas a causa del dolor emocional.
Busca apoyo de personas que te entiendan y no intentan negar tu realidad, busca personas que aporten cosas positivas a tu vida. Rodéate de gente que te ayude a cultivar tu crecimiento personal.
Te invito a que comiences un camino de reconocimiento, de atención plena a tu vida, a tu cuerpo, a tu día a día, que te eduques, más allá. Recuerda que sólo tú eres quien puede diseñar tu vida y vivirla, busca apoyo cuando lo consideres y ten a mano tu botón de pausa, es necesario utilizarlo con frecuencia y mucho antes de que lo necesites.
No olvides que el dolor emocional va cicatrizando poco a poco, necesitas tiempo para que cada día te duela menos. Por eso, para superarlo tienes que tener nuevas esperanzas, nuevas ilusiones. Reinvéntate. Cultiva esperanzas e ilusiones.