CONOZCA LA HISTORIA DEL POETA DEL CEMENTERIO

Gabriel Escorcia, colombiano de marzo de 1892 a 1920 es el autor de este poema que se repite cada año para el Día de Difuntos en los diferentes países de Latinoamérica, ha sido convertido en canción, declamado como poesía y acompaña a quienes reflexionan sobre la muerte.

Nació en 1892, descendiente de italianos, delgado, alto y de ojos azules, deambulaba por sus calles como cualquier joven, hasta que la bacteria de la lepra lo atacó.

En esa época el leproso era separado de la sociedad, se los llevaban a leprocomios en zonas alejadas; sin embargo, a Gabriel su familia le construyó un cuarto especial donde lo mantenían encerrado.

Él la llamó como “Mi celda cristiana” y se dedicó a escribir y gracias a un amigo, José Miguel Orozco, leía diversas narraciones de otros bates.

Esta fue una de las primeras publicaciones escritas en que se compartió La Gran Miseria humana.

Según la biografía publicada para el centenario de su muerte, se indica que Gabriel Escorcia se preparó en su encierro aprendiendo diferentes temas, especialmente la literatura, leyó a Julio Flórez y escribió décimas para los concursos de decimeros que se celebraban en las cantinas del pueblo.

Su amigo el también poeta José Miguel Orozco hacia de mensajero para que los poemas de Gabriel fueran declamados por un famoso versificador: Manuel María Castro.

También le llevaba los poemas escritos a la joven amada, quien los leía utilizando guantes y luego los quemaba, debido a la lepra de su autor.

Su figura siempre vestía de blanco, visitaba todas las noches el cementerio, donde encontraba la paz, se podía sentir a gusto, lejos de la sociedad que lo apartó, que lo veía con desprecio y burla.

Durante los paseos nocturnos, se inspiraba para escribir, ya que entre las lápidas encontraba paz. El 28 de diciembre de 1920 cuándo se apagó su vida y volvió al camposanto para no salir más.

Debido a la enfermedad altamente contagiosa, la familia ordenó quemar todo lo que había en su habitación, pero ¿cómo se salvó la Gran Miseria Humana?

Existen dos versiones, la primera es que su hermano Luis Felipe rescató algunos de sus cuadernos con sus escritos, antes que las hermanas quemaran todo lo que había en la habitación, debido a su enfermedad.

La otra versión indica que el joven desde su habitación de encierro, un día escuchó pasar a un decimero, un juglar que recita versos a su paso por la calle. Y no dudó en gritarle para darle a escondidas su escrito, pidiéndole que lo diera a conocer al mundo.

Se rescataron solamente los poemas que había entregado a su amigo José Miguel Orozco, quien los publicó tiempo después en su pequeña editorial, y los que habían memorizado los soledeños que los escuchaban en los concursos de cantina.

“La Gran Miseria Humana”, es un poema que expresaba el desprecio que recibió de las jóvenes de quienes se enamoró. Para sorpresa en el poema en mención no hay odio, por el contrario, hay reconciliación. En el cementerio todo somos iguales, único lugar donde se sentía bien.

Por cosas del destino, 55 años después de la muerte del joven su bello poema llegó a manos del maestro Lisandro Meza en los Palmitos, en Sucre, una mañana de 1975.

55 años después de la muerte de su autor. Lisandro conocedor de lo excepcional, le puso la música en el género del Son y fue un éxito rotundo.

Esta placa fue colocada en el lugar donde vivió y falleció el joven poeta Gabriel Escorcia.
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