Don Alberto Román es de esos padres que debieron luchar doble por sacar adelante a su familia. Vecino de Sarapiquí, con nueve hijos, debió enfrentar la crianza en solitario, dado que su compañera decidió iniciar una vida aparte, dejándole a cargo, incluso a cuatro niñas de otra relación.
Pero para don Alberto no hubo distinción entre las nueve criaturas, ya que las había criado por muchos años, como dice él, y donde come uno, comen dos o diez, siempre confiado en la ayuda de Dios.
Jornalero de oficio, tuvo la bendición de encontrar una oportunidad para obtener un terreno, que hace 30 años se dividía entre suampo y charral, el cual empezó cuidando, luego la dueña se lo vendió.
“Yo salía a jornalear a las 5 de la mañana, volvía a las 2 de la tarde, y me dedicaba al terreno, fui metiendo unas vaquitas para tener siempre la leche de los chiquitos y a mí me hace mucha falta también, hacia queso y como sobraba el suero, se me ocurrió comprar unos chanchillos para engordar, y los vendía después, y así fui haciendo por un tiempo”, comentó.
Cuando la madre de los hijos se fue, tuvo que dejar de jornalear y dedicarse a atender los hijos, las tareas del hogar y al mismo tiempo, el trabajo con los cerdos para generar lo necesario para mantener la familia.
“Había tiempos que me comía las uñas, me preguntaba en la mañana, bendito Dios que vamos a comer hoy, pero Dios es tan grande que no me abandonó nunca”, recordó al contar su historia.
Por un problema en la escuela, el IMAS lo visitó y al conocer su situación le dieron una ayuda de cincuenta mil colones por tres años, y eso fue clave para impulsar su proyecto de cerdos, ya que tomaba cinco o seis mil colones para comprar concentrado para los cerdos.
“Llevé muchos golpes, aprendí mucho, y vi que me engañaban al comprar animales, entonces aproveché la capacitación en el Ministerio de Agricultura de Guápiles de inseminación artificial y empecé a desarrollar los cerdos de buena calidad” comentó.
Inició con tres cerdas, aprendió muy bien el ciclo de reproducción, y puede elegir si es para pie de cría la inseminación adecuada y si es para engorde con barraco.
Llegó a tener hasta 16 cerdas de cría, tenía clientes de Heredia y Alajuela que se llevaban los chanchos en camiones con sesenta animales, y su negocio estaba en el mejor momento, hasta que llegó la pandemia y sus hijos incluso le plantearon que abandonara el proyecto.
“Empecé a bajar, tuve que quitar seis cerdas me quedé con nueve, pero sostuve el yugo, pasó la pandemia y volvieron a llegar nuevos clientes. Es un proyecto difícil, pero vamos saliendo gracias a Dios”, afirmó.
Casi un cuarto de siglo después de haber iniciado el proyecto de crianza de cerdos, hoy ya el terreno está a su nombre, y tiene los permisos, nuevos clientes, y con sus 63 años, la experiencia, el conocimiento y la fortaleza para seguir creciendo.
No abandona el ganado, y en su terreno siempre hay espacio para un par de vaquitas. Ya no debe correr para atender a los hijos en su casa, sino que las hijas mayores le ayudan, y por su finca siempre corren pequeños pies en botas en busca de leche, se trata de los nietos que le han dado un nuevo aire, ya que varios de sus hijos han construido su casita en la propiedad y los nietos van aprendiendo el arte de la finca.
“Cuando nos vinimos a vivir aquí, no tenía experiencia en cerdos, pero en vacas si, y algunos familiares sí sabían de cerdos, entonces yo tenía ideas de cómo trabajar y mis primos me animaron a hacerlo, pero ahora aprender es muy fácil porque desde el teléfono usted busca videos y aprende mucho. Si no se sabe nada, de la mañana a la tarde sabe”, comentó muy animado don Alberto, quien confía en ver su negocio crecer.
Si desea apoyarlo comprando cerdos, puede comunicarse al teléfono 8649-0721
En pandemia llegó a tener 16 cerdas para producir chanchitos para la venta, y algunos pocos para engorde.