EL DUELO DEBE VIVIRSE PARA SANAR

El ser humano necesita de los vínculos para crecer y desarrollarse. Cuando algunos de esos vínculos se rompen, surge un periodo de gran intensidad emocional al que se conoce como duelo.
Si la pérdida es radical y definitiva, como en el caso de la muerte, todas las dimensiones de la persona se ven afectadas, física, emocional, cognitiva, conductual, social y espiritual, de tal manera que la persona se puede llegar a sentir incapaz de superarlo o desarrollar un duelo patológico que requerirá la intervención de un profesional para su recuperación.
Son muchos los factores que intervienen en el tipo de duelo, como circunstancias de la muerte, relación con el fallecido, personalidad y antecedentes del deudo y el contexto sociofamiliar.
Para el completo restablecimiento de una pérdida, el deudo atravesará una serie de etapas o fases y deberá realizar cuatro tareas fundamentales: 1. Aceptar la realidad de la pérdida. 2. Expresar las emociones y el dolor. 3. Adaptarse a un medio en el que el ser querido está ausente. 4. Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.

 

ETAPAS DEL DUELO

La teoría de las 5 fases del duelo de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, es uno de los modelos psicológicos más aceptados en el mundo, consta de 5 etapas

Ella escribió el libro “On death and dying” (“Sobre la muerte y el morir”), en 1969 el libro y en él describe por primera vez las 5 fases del duelo, basada en su trabajo con pacientes terminales en la Universidad de Chicago. Años después agregó a su obra, que el proceso de duelo no es tan lineal y rígido, pero sí debe experimentar las cinco etapas.

Según afirma la autora “On death and dying”, en primer lugar, pasamos por la fase de negación y después por la de ira, la de negociación, la de depresión y, finalmente, la de aceptación de la pérdida.

 

1. Negación

La negación de la pérdida es una reacción que se produce de forma muy habitual inmediatamente después de la muerte, con frecuencia aparejada a un estado de shock o embotamiento emocional e incluso cognitivo.

Aunque en ocasiones esta fase del duelo implica estrictamente la negación de la pérdida, esto no siempre sucede, sino que puede manifestarse de manera más difusa o abstracta, por ejemplo, negar la importancia de la pérdida o de su carácter definitivo más que del hecho de que se haya producido.

2. Ira

El fin de la negación va asociado a sentimientos de frustración y de impotencia con respecto a la propia capacidad de modificar las consecuencias de la pérdida, esta frustración conlleva a su vez la aparición del enojo y la ira, como sucede en general y no sólo durante el duelo.

Durante la etapa de ira la persona busca atribuir la culpa de la pérdida a algún factor, como puede ser otra persona o incluso uno mismo. El proceso de duelo implica la superación de la frustración y del enojo, que se relacionan con intentos sicológicos naturales pero inútiles de que nuestro estado emocional y nuestro contexto se mantengan iguales que antes de la pérdida.

 

3. Negociación

En la fase de negociación la persona guarda la esperanza de que nada cambie y de que puede influir de algún modo en la situación. Un ejemplo típico son los pacientes a quienes se les diagnostica una enfermedad terminal e intentan explorar opciones de tratamiento a pesar de saber que no existe cura posible, o quienes creen que podrán volver con su pareja si empiezan a comportarse de otra manera, o quienes piden al ser querido que lo lleven consigo al más allá para estar en paz.

 

4. Depresión

La cuarta etapa es la de depresión. En este periodo la persona empieza a asumir de forma definitiva la realidad de la pérdida, y ello genera sentimientos de tristeza y de desesperanza junto con otros síntomas típicos de los estados depresivos, como el aislamiento social o la falta de motivación.

El hecho de perder a un ser querido, de enfrentarse a la propia muerte y otras causas del duelo puede hacer que la vida deje de tener sentido, al menos durante un tiempo. No obstante, la fase de aceptación supone la normalización de estos sentimientos de tristeza tan naturales.

5. Aceptación

Después de las fases de negación, ira, negociación y depresión llega la aceptación de la pérdida y la llegada de un estado de calma asociado a la comprensión de que la muerte y otras pérdidas son fenómenos naturales en la vida humana.

La fase de aceptación se relaciona con la inevitabilidad de la pérdida, y por tanto del proceso de duelo. En los casos en que el duelo es debido a una enfermedad terminal suelen darse reflexiones con respecto a la propia vida, vista en retrospectiva una vez que se acerca el final.

 

¿CÓMO AYUDAR A ACEPTAR LA PÉRDIDA?

 

Aunque las etapas del duelo están definidas, cada uno lo vive a su modo, y el tiempo ayuda a sanar esas heridas; sin embargo, también hay acciones que ayudan a enfrentar la pérdida y vivir el duelo.

Participar de las ceremonias. Los funerales y otras tradiciones pueden ayudar a las personas a sobrellevar los primeros días y a honrar la memoria de la persona fallecida. La simple presencia de otras personas que conocieron a quien partió puede ser reconfortante.

Expresar y compartir las emociones. No es bueno reprimir las emociones, si de pronto siente que necesita desahogarse llorando, está bien hacerlo. Es normal sentirse triste al escuchar canciones o realizar actividades que compartía con la persona que ya no está, con el tiempo se volverá menos doloroso.

Hablar del tema cuando pueda. A algunas personas les resulta útil contar la historia de su pérdida o expresar sus sentimientos. Pero en ocasiones, una persona puede no tener ganas de hablar sobre una pérdida y eso también está bien. Nadie debe sentirse presionado a hablar.

Si no quiere hablar, puede buscar otras formas de expresar esas emociones y pensamientos, por ejemplo, escribir una especie de diario sobre los recuerdos de la persona falleció y sobre cómo se sientes desde que no está. O escribir una canción, un poema o un tributo sobre ese ser querido. Puede hacerse de forma privada o compartirlo con otras personas.

Preservar su recuerdo. Crear algo que sea un homenaje personal para recordar a la persona que falleció, o rendirle tributo plantando un árbol o un jardín, incluso participar de una carrera o caminata solidaria para alguna causa benéfica.

Hacer una caja o una carpeta de recuerdos sobre él o ella. Incluir recuerdos, fotografías, citas o cualquier objeto que tenga un valor sentimental, incluso escribirle una carta de despedida, expresando aquellas cosas que no le pudo decir, o agradeciendo por su vida. Unirse a grupos de apoyo. Existen grupos de apoyo para enfrentar el duelo, donde comparten experiencias de las vivencias de cada uno. También puede buscar apoyo en un consejero escolar, un sacerdote o pastor.

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