- Exordio.
Hace 100 años, el Papa Benedicto XV (1914-1922), el 16 de febrero de 1921, creó una nueva Provincia Eclesiástica en el territorio de la República de Costa Rica, mediante la bula “Praedecessorum nostrorum”, cuando eleva a Metropolitana la sede de San José y crea la Diócesis de Alajuela y el Vicariato Apostólico de Limón. Al cubrirse todo el territorio de Costa Rica, en dicho acontecimiento estuvo inserta también nuestra Provincia de Heredia.
Proceso de creación de estructuras eclesiásticas, Diócesis, Arquidiócesis, Vicariatos Apostólicos, Provincias Eclesiásticas, Obispos, Vicarios Apostólicos y Arzobispos Metropolitanos, que hunde sus raíces en los orígenes mismos de la Iglesia, que parte de la persona de Cristo que la envía a anunciar el Evangelio, por medio de los Apóstoles, cuyos orígenes y desarrollo no podemos explicar aquí.
Durante la Edad Media, dada la imposibilidad de impulsar la obra de la evangelización con sus propios recursos materiales y humanos, la Santa Sede delegaba, siempre bajo su autoridad, a las diversas coronas europeas que se declaraban católicas, para llevar adelante la tarea de organizar y sostener a la Iglesia, creando con ese fin la figura jurídica del patronato.
Dicha institución del patronato se aplicó, como se hacía ya en Europa, para la evangelización en América Latina, por parte de las coronas española y portuguesa –en un contexto social, político, militar, económico, cultural y religioso propio de los siglos XV y XVI, que siempre debe ser considerado para no sacar de contexto el proceso de institucionalidad eclesiástica y evitar generalizaciones o malinterpretaciones, que muchas veces se han hecho y se hacen aún. En la Historia nunca se puede olvidar el contexto–.
- En la Costa Rica colonial.
El proceso de configuración eclesiástica en Costa Rica tuvo su punto de inicio, si se quiere simbólico, con la celebración de la primera Eucaristía en nuestro territorio, en las costas de lo que hoy es la ciudad de Limón en 1502, con ocasión del cuarto y último viaje de Cristóbal Colón (1451-1506).
Sin embargo, por las circunstancias históricas propias del momento, y luego de muchos intentos previos, fue hasta noviembre de 1560 –muy tardíamente con relación al resto de América Latina– que da inicio la presencia permanente de españoles en nuestro territorio y con ella, como es propio de la época, tiene lugar también el comienzo de la labor evangelizadora sistemática de nuestra entonces naciente Provincia.
Desde ese momento, el anhelo de contar con una Diócesis y un Obispo fue constante. Durante los últimos cuarenta años del siglo XVI, hubo solicitudes a la Corona española –dado el Patronato hispano ya entonces vigente y concedido por la Santa Sede– para que en Costa Rica se erigiera una Diócesis, como ya se había realizado desde hacía más de treinta años en las restantes Provincias centroamericanas –a excepción también de El Salvador–, así: en Panamá desde 1513, en Nicaragua y Honduras en 1531, en Guatemala en 1534 y en Chiapas en 1539.
La Diócesis de León de Nicaragua fue erigida con la bula “Aequum reputamus”, el 3 de noviembre de 1534, del Papa Pablo III (1534-1549) –pero retroactiva al 26 de febrero de 1531, cuando la creó Clemente VII (1523-1534) sin emitir las bulas–.
En Costa Rica, por lo tardío de su proceso de colonización, no fue posible acceder a la solicitud de contar con una Diócesis, por lo que la Corona española nunca presentó ante la Santa Sede dicha petición, sino que, siempre en potestad del Patronato hispano, el 6 de julio de 1565 declara a la Provincia de Costa Rica como parte integrante de dicha Diócesis de León de Nicaragua, y desde el 27 de setiembre de 1565 aprueba la figura de un Vicario General para el territorio costarricense.
Este dato es fundamental comprenderlo, pues esta estructura eclesiástica –pertenencia a la Diócesis de León y un Vicario General propio, personalizado el cura de Cartago– estuvo vigente desde 1565 y hasta el año 1850, aún casi treinta años después de vida civil nacional independiente.
A lo largo de la época colonial se experimentó la urgencia del ministerio episcopal en Costa Rica, dado que entre 1565 y 1850, cuando estuvo vigente la Diócesis de Nicaragua y Costa Rica, de sus 34 Obispos sólo 11 visitaron esta parte de su jurisdicción.
De esas visitas episcopales coloniales hemos mencionado en otros escritos dos relacionadas con Heredia. La del Obispo Fray Juan Benito Garret y Arlovi O.Praem. (1708-1716) en 1711, que impulsa la población de Cubujuquí, ya en 1711 o 1712, origen del asentamiento de la Villa de la Inmaculada Concepción de Cubujuquí del Valle de Barva. Y la del Obispo Pedro Agustín Morel de Santa Cruz y Lora (1749-1753), en 1751, que nos deja en su informe una interesante y detallada descripción de la población de Cubujuquí.
Con ansias, sobre todo ya entrado el siglo XIX, se espera la erección de un obispado para la Provincia y, luego, del nuevo Estado de Costa Rica.
- La Diócesis única.
Como respuesta a este reiterado anhelo, después de un largo proceso de negociaciones impulsadas por los diversos gobiernos civiles entre 1840 y 1850, finalmente el 28 de febrero de 1850, el Papa beato Pío IX (1846-1878) emite la bula “Christianae religionis auctor”, erigiendo la Diócesis de San José de Costa Rica, desmembrada de la de León de Nicaragua y creada como sufragánea de la sede Metropolitana de Guatemala. Esta Diócesis integró todo el territorio nacional costarricense y elevó a Catedral la iglesia de San José.
Tres Obispos, un Vicario capitular y un Administrador Apostólico, pastorearon la Diócesis de San José entre 1851 y 1920. Los tres Obispos de San José, Mons. Anselmo Llorente y Lafuente (1851-1871), Mons. Bernardo Augusto Thiel Hoffman C.M. (1880-1901) y Mons. Juan Gaspar Stork Werth C.M. (1904-1920), el Vicario Capitular Pbro. Domingo Rivas Salvatierra (1871-1877) –por la extensión de la vacancia de la sede– y, en ese mismo contexto, el Administrador Apostólico Mons. Luis Bruschetti (1877-1880).
Ellos cinco pastorearon la Diócesis de San José –todos realizaron visitas pastorales canónicas a toda la Diócesis, incluyendo la Provincia de Heredia–, por lo que hay que subrayar que, así como lo hicieron los Obispos de León de Nicaragua hasta 1850, ahora entre 1851 y 1920 fueron ellos quienes pastorearon la Iglesia de Costa Rica en la Diócesis única que cobijó toda la geografía nacional.
Recordemos que la Parroquia Inmaculada Concepción de Heredia fue erigida como tal en 1734 y la de Barva en 1800. Ahora en este período de Diócesis única, el respectivo Obispo erige las demás Parroquias más antiguas de la Provincia de Heredia, así: Santo Domingo en 1852, San Antonio de Belén en 1860, Santa Bárbara en 1856, San Isidro en 1870, San Rafael en 1886, San Joaquín en 1897 y San Pablo en 1910. En este período también fue bendecida La Parroquia el 1° de febrero de 1879, por el Administrador Apostólico, Mons. Luis Bruschetti, y él mismo la consagró el 18 de marzo de 1880.
- Hacia la Provincia Eclesiástica.
El proceso de creación de las Provincias Eclesiásticas en Centroamérica –en Nicaragua y El Salvador en 1913, en Honduras en 1916, en Costa Rica en 1921 y, posteriormente, en Panamá en 1925–, va de la mano con el inicio de la representación diplomática de la Santa Sede en este mismo período.
La representación pontificia en Centroamérica y en Costa Rica inicia en 1908. El primer Delegado Apostólico –con funciones exclusivamente ante la Iglesia, no aún ante el Gobierno– para Costa Rica, Nicaragua y Honduras, con sede en San José, fue el salesiano Mons. Juan Cagliero S.D.B. (1838-1926), entre 1908 y 1915. Luego, el primero de los Internuncios –ya con funciones reconocidas ante varios Estados y ante la Iglesia– fue el también salesiano Mons. Juan Bautista Marenco S.D.B. (1853-1921) entre 1917 y 1921.
Ambos, entre 1914 y 1920, con el respaldo de la mayoría de las autoridades políticas de entonces –siempre por el heredado patronato, concedido en el Concordato de 1852 y aún vigente– y del Obispo Mons. Stork Werth, impulsaron la división de la Diócesis única, presentando anta la Santa Sede diversos proyectos de división de las nuevas estructuras eclesiásticas para la creación de la Provincia Eclesiástica.
- La Provincia Eclesiástica.
Luego de superadas múltiples dificultades internas y externas, como dijimos, el Papa Benedicto XV (1914-1922) erige la Provincia Eclesiástica en Costa Rica el 16 de febrero de 1921, mediante la bula “Praedecessorum nostrorum”.
Desde entonces, la Iglesia de Costa Rica cuenta con una Sede Metropolitana, pues la original sede diocesana de San José se eleva al rango de Arquidiócesis, abarcando las provincias civiles completas de San José, Heredia y Cartago, mientras que la respectiva Catedral adquiere el título de Catedral Metropolitana.
Además, se crea la nueva Diócesis de Alajuela, con su respectiva Catedral, abarcando las Provincias civiles de Alajuela, Guanacaste y Puntarenas, y se erige el Vicariato Apostólico de Limón, aún sin iglesia Catedral –según la normativa canónica–, cubriendo la Provincia civil de Limón.
Para el nombramiento de los Obispos también hubo diversas propuestas, pero dada la repentina muerte de Mons. Stork Werth el 12 de diciembre de 1920, la Santa Sede nombra al primer Arzobispo Metropolitano de San José en la persona de Mons. Dr.
Rafael Otón Castro Jiménez (1921-1939), el 10 de marzo de 1921, quien es ordenado Obispo por el Internuncio Mons. Juan Bautista Marenco S.D.B., el 2 de agosto de 1921, y ese mismo día toma posesión de la Arquidiócesis.
Para la Diócesis de Alajuela, la Santa Sede nombra primer Obispo a Mons. Dr. Antonio del Carmen Monestel Zamora (1921-1937), también el 10 de marzo de 1921, y, quien toma posesión el 14 de agosto de 1921.
Valga aclarar que tiempo antes, Mons. Monestel Zamora había sido nombrado Obispo coadjutor de Comayagua en Honduras y Titular de Sora, el 23 de febrero de 1915, ordenado Obispo el 25 de julio de 1915 y, desde el 2 de febrero de 1916, al crearse la Provincia Eclesiástica hondureña, fue Arzobispo coadjutor “con derecho de sucesión del Arzobispo de Tegucigalpa”. Pero, el Gobierno de Honduras de Francisco Bertrand Barahona (1916-1919) no aceptó su designación, por lo que fue expulsado de la nación, trasladándose a Costa Rica, donde, en el mismo 1916, renunció a su nombramiento anterior por solicitud expresa de la Santa Sede –por lo que, cuando Mons. Monestel Zamora bendice el Via Crucis de la Parroquia de San Joaquín de Flores el 11 de febrero de 1921, era Obispo Titular de Sora residente en Costa Rica, no aún Obispo de Alajuela, aparte de que nunca fue Obispo de esa Parroquia, que pasó a pertenecer a la Diócesis de Alajuela hasta en 1961, ya cuando Mons. Monestel Zamora había fallecido; de nuevo, siempre hay que tomar en cuenta el contexto–.
Y para el Vicariato Apostólico de Limón, la Santa Sede nombra al primer Vicario Apostólico, en la persona de Mons. Agustín Blessing Prinsinger C.M. (1922-1934), designado Administrador Apostólico el 20 de julio de 1921, nombrado Vicario Apostólico y Titular de Tegea el 16 de diciembre de 1921, y ordenado Obispo el 1° de mayo de 1922, en la Catedral Metropolitana de San José.
Proceso de estructuración diocesana que continuará posteriormente con la creación del total de ocho Diócesis hasta nuestros días, que tuvieron su origen en estos acontecimientos.
Hay que valorar el aporte pastoral de cada uno de estos primeros Arzobispo y Obispos de la Provincia Eclesiástica en sus respectivas jurisdicciones eclesiásticas, y a la vez juntos a nivel nacional, pues por primera vez en la historia Costa Rica cuenta con tres Obispos, iniciando con y entre ellos un nuevo camino pastoral de comunión; impulsando iniciativas conjuntas en torno a la devoción a la Virgen de los Ángeles el Seminario, las misiones populares, las Obras Misionales Pontificias, la catequesis parroquial, el acompañamiento de la juventud, la educación, la justicia social, la cuestión obrera, entre otros.
- Nueva distribución geográfica: Heredia en medio de las Diócesis.
La distribución territorial en las tres circunscripciones eclesiásticas creadas en 1921 irá teniendo cambios con el paso del tiempo, siempre por disposición de la Santa Sede y conforme a las nuevas necesidades pastorales.
Los cambios mayores vendrán cuando se vayan erigiendo las nuevas Diócesis: San Isidro de El General en 1954, Tilarán en 1961, Limón en 1994, Ciudad Quesada en 1995, Puntarenas en 1998 y Cartago en el 2005. En ese contexto el territorio de la Provincia de Heredia queda distribuido entre diversas Diócesis. Mencionamos aquí los cambios que tienen que ver únicamente con nuestra Provincia.
Por decreto de la Sagrada Congregación Consistorial, del 1° de abril de 1927, el territorio comprendido al sur del río San Juan y al este de los ríos Sarapiquí, Sucio y El General, de la Provincia de Heredia, hasta entonces de la Arquidiócesis de San José, pasan a pertenecer al Vicariato Apostólico de Limón; con lo que se buscaba que el límite eclesiástico no coincidiera con el provincial, que era y es aún tan sólo una línea imaginaria, sino que el confín eclesiástico lo marcara el territorio circundado por dichos ríos.
El decreto de la Sagrada Congregación Consistorial –que, como tal, no se cita con ningún nombre en particular–, del 21 de agosto de 1961, establece que los cantones de Santa Bárbara, San Antonio de Belén, San Joaquín de Flores y Sarapiquí, que pertenecían a la Arquidiócesis de San José, pasan a la Diócesis de Alajuela, lo mismo que el territorio al sur del río San Juan y al este de los ríos Sarapiquí, Colorado, Chirripó, Sucio y El General, que pertenecían al Vicariato Apostólico de Limón.
Al erigirse la Diócesis de Ciudad Quesada, el 25 de julio de 1995, toma junto a otros de la Provincia de Alajuela, el cantón de Sarapiquí de Heredia.
Así hoy, los cantones de Heredia, Barva, Santo Domingo, San Rafael, San Isidro y San Pablo pertenecen a la Arquidiócesis de San José, los cantones de Flores, Belén, Santa Bárbara y el distrito de Vara Blanca forman parte de la Diócesis de Alajuela, y el cantón de Sarapiquí pertenece a la Diócesis de Ciudad Quesada.
- Conclusión.
Para comprender la trascendencia del centenario de la Provincia Eclesiástica, como punto de llegada de un camino de 461 años de estructuración eclesiástica entre 1560 y 1921, hay que considerar el papel proactivo, como agente constructor y constitutivo de la nacionalidad costarricense, por parte de la Iglesia Católica, que ha estado presente a lo largo de todo el proceso de configuración de la identidad de Costa Rica, por lo que esta conmemoración va de la mano con la celebración nacional del bicentenario de vida independiente el 15 de setiembre de este año.
El centenario de la Provincia Eclesiástica en Costa Rica es ocasión propicia para celebrar con gozo el profundo significado de ser y sentir Iglesia, de una Iglesia que ha sabido acompañar, iluminar y animar el recorrido histórico de nuestra nación, como signo de la alegría de ser la Iglesia de Cristo que anuncia el Evangelio, se alimenta de la Santísima Eucaristía y que cuenta con la especial protección maternal de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles.