Ante la pandemia del Coronavirus COVID-19 nuestro país insta a las personas a evitar las aglomeraciones y en esa línea la Conferencia Episcopal giró una instrucción histórica como es el cierre de templos católicos y la no realización de procesiones de Semana Santa.
Según detalló el sacerdote e historiador Fernando Alberto Vílchez Campos es la primera vez que por una disposición que rige para todo el país no habrá procesiones, también compartió claves para vivir la Semana Santa en medio de la emergencia sanitaria.
Las procesiones con imágenes son una tradición no tan antigua en la vida de la Iglesia, que nacen en la Península Ibérica y tienen su origen en la Edad Media, cuando con una intención catequética se quiso representar con imágenes la pasión del Señor o la vida de Cristo, de la Virgen María o de los santos para sus fiestas, para que el pueblo pudiera entender y celebrar lo que se conmemoraba en la liturgia. En España es donde también surgen las cofradías o hermandades laicales que van a mantener y propiciar dichas procesiones.
¿Dónde se originan las procesiones?
Hay que hacer una distinción inicial, pues aquí nos referimos particularmente a las procesiones con imágenes para la Semana Santa o las celebraciones especiales del Señor Jesús, de la Virgen María o de los santos, que no son litúrgicas, sino que más bien responden a la devoción del pueblo de Dios. También hay procesiones que sí son litúrgicas, como la del Domingo de Ramos, de origen antiquísimo, donde se realiza el rito de entrada de la Santa Misa con la bendición de las palmas haciendo presente el ingreso triunfal de Cristo en la ciudad santa de Jerusalén o la procesión del traslado del Santísimo Sacramento al Santo Monumento el Jueves Santo por la tarde.
Tenemos también la procesión con el Santísimo Sacramento del altar el Domingo de Resurrección o especialmente el día del Cuerpo y la Sangre del Señor –Corpus Christi– que, tampoco son litúrgicas en sentido estricto, pero que tienen una connotación especial por realizarse con el Cuerpo de Cristo realmente presente en la Santísima Eucaristía y que tiene su origen alrededor del siglo XII.
Hay que distinguir también las peregrinaciones a lugares santos, que responden al deseo de manifestar la conciencia de ser peregrinos en este mundo, las cuales también tienen origen en la época antigua de la vida de la Iglesia. Así, las procesiones con imágenes son una tradición no tan antigua en la vida de la Iglesia, que nacen en la Península Ibérica y tienen su origen en la Edad Media, cuando con una intención catequética se quiso representar con imágenes la pasión del Señor o la vida de Cristo, de la Virgen María o de los santos para sus fiestas, para que el pueblo pudiera entender y celebrar lo que se conmemoraba en la liturgia. En España es donde también surgen las cofradías o hermandades laicales que van a mantener y propiciar dichas procesiones.
¿En Costa Rica cuándo se dan las primeras procesiones?
Al ser evangelizados por españoles, las tradiciones de las procesiones con imágenes para Semana Santa y otras fiestas datan de tiempos coloniales; cuando inicialmente se trajeron imágenes desde España y luego se importaron especialmente de Guatemala, hasta que también comenzaron a confeccionarse aquí en Costa Rica ya a finales del siglo XIX. Hay imágenes para la Semana Santa muy antiguas, por mencionar sólo algunas de aquí de Heredia, pensemos en los hermosísimos y veneradísimos Nazarenos de Barva y de Santo Domingo, considerados más que tricentenarios. O los de La Parroquia y la Iglesia de El Carmen, de sin igual belleza e inigualable valor artístico y religioso.
¿Esta sería la primera vez que no hay procesiones en Costa Rica?
No es la primera vez que no hay procesiones en Costa Rica. En el primer gobierno de don Braulio Carrillo Colina (1835-1836), en agosto de 1835, entre otras medidas sobre los días religiosos festivos feriados, también se estableció la prohibición de las procesiones fuera de los templos, aunque esta medida que no tuvo mucha vigencia, ni alcance a nivel nacional. Posteriormente, en el gobierno de don Próspero Fernández Oreamuno (1882-1885), en el contexto de las leyes liberales antieclesiásticas de 1884, entre otras normas establecidas, el 1° de setiembre de nuevo se prohibió las procesiones fuera de los templos, pero tampoco en esta ocasión se mantuvo su vigencia total ni el alcance general que se buscaba.
En otras ocasiones, puede ser que en algunos casos concretos haya existido alguna dificultad específica en algunos lugares para celebrar procesiones fuera de los templos, como en el caso de la guerra contra los filibusteros entre 1856 y 1857 y la posterior peste del cólera, o durante las erupciones del Volcán Irazú entre 1963 y 1964, pero tampoco se trató de algo general.
¿Existe algún registro de una prohibición tan fuerte a las actividades de la Iglesia en la historia, no solo por temas sanitarios sino también persecuciones u otros?
Sí claro, muchas. Mencionamos esos dos intentos concretos en la Costa Rica del siglo XIX. Pero pensemos que durante los tres primeros siglos de la Iglesia –cuando evidentemente no existían procesiones con imágenes, pero sí celebraciones litúrgicas– fue un período de persecuciones, no siempre generales, pero sí muy fuertes, que impedían en muchas ocasiones las celebraciones religiosas.
Luego, en casos muy específicos, por ejemplo, durante los sangrientos acontecimientos de la Revolución Francesa (1789-1804) en que se pretendió descristianizar Francia prohibiendo toda manifestación religiosa –aunque en el contexto francés no existían procesiones, pero sí celebraciones litúrgicas–. O en los tiempos de la persecución religiosa en México, entre 1914 y 1934, con resabios incluso posteriores que imponían muchas limitaciones a las manifestaciones religiosas públicas. O el período de férrea persecución religiosa durante la guerra civil española, entre 1936 y 1939. O las fuertes limitaciones que, en los países del bloque soviético en Europa del este, entre 1917 y 1989, se impuso a las manifestaciones de la fe –tampoco allí con procesiones–; y tantos otros.
¿Al no haber procesiones cómo se vive la Semana Santa en la Iglesia?
La Semana Santa sin procesiones es lo normal y habitual en casi toda la Iglesia universal; pues las procesiones con imágenes son una práctica muy particular de España, particularmente de la región sur de la Península, en Andalucía –con lugares emblemáticos como Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada–, de allí se extendió a otras comunidades españolas, y por herencia directa andaluza durante el período colonial se extendió a los países de América Latina.
Pero, en el resto de la Iglesia universal no existen las procesiones con imágenes, pensemos en lugares como Italia, Francia, Alemania y el resto de Europa, en América en la mayor parte de los Estados Unidos y Canadá, lo mismo que en Asia, África y Oceanía y en la misma Tierra Santa, donde no existen procesiones con imágenes, ni para Semana Santa, ni en otros momentos.
Lo ordinario en la mayor parte de la Iglesia Universal es la celebración litúrgica de los días santos: la Misa del Domingo de Ramos –con su procesión litúrgica de inicio–, la Misa Crismal en la Catedral el Jueves Santo por la mañana –presidida por el respectivo Obispo diocesano con la consagración del Crisma, la bendición de los óleos de los catecúmenos y de la Unción de los Enfermos y la renovación de las promesas sacerdotales por parte de los presbíteros–, la Misa Vespertina de la Cena del Señor el Jueves Santo por la tarde –con su procesión final del traslado del Santísimo–, los Oficios de la Pasión del Señor el Viernes Santo por la tarde, la Solemne Vigilia Pascual del Sábado Santo por la noche y las Eucaristías del Domingo de Resurrección.
Una Semana Santa sin procesiones para nosotros es algo extraordinario y diferente, pero no es así para la mayoría de los católicos del mundo. Las procesiones son una representación respetuosa y devota de los misterios de la fe, que valen y significan mucho para nosotros, por eso en Heredia las amamos tanto. Pero en Semana Santa las celebraciones litúrgicas son lo central de la vivencia de la fe de esos días, pues en las mismas no sólo se recuerdan hechos del pasado, sino que la liturgia los hace presentes aquí y ahora. La liturgia hace presente, actualiza –no repite, ni recuerda– los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, el centro y sentido de nuestra fe cristiana.
¿En el caso de las actividades propias de este tiempo litúrgico se dejan de hacer por parte de los sacerdotes?
El comunicado de la Conferencia Episcopal de Costa Rica del 16 de marzo pasado estableció que, dada la actual de situación de emergencia que vive el país y en vistas a colaborar para evitar la expansión del covid-19, se deben “suspender todas las Procesiones, Vía Crucis y otros ejercicios de piedad en forma pública durante esta Cuaresma y Triduo Pascual”, además de la suspensión “de jornadas de formación, reuniones de organización de actividades, catequesis diversas y retiros espirituales, que impliquen la aglomeración de personas”, lo mismo que se suspenden “las Liturgias Penitenciales (jornadas extraordinarias de confesión) durante esta Cuaresma”.
Por tanto, todas esas actividades propias del tiempo de Cuaresma no se realizan y el mismo comunicado invita a los fieles “a retomar las prácticas cuaresmales recomendadas por la Iglesia de la oración, el ayuno, la abstinencia y las obras de misericordia”. Éstas últimas debemos reforzarlas en este tiempo en los ambientes donde nos encontremos, particularmente permaneciendo en casa, oportunidad propicia para ayunar sanamente de muchas cosas que tal vez no son tan necesarias y redescubrir el lugar prioritario de Dios en nuestras vidas.
¿La bendición del cirio pascual se hará en cada Iglesia solo con el sacerdote, o se realiza en una misa?
Ordinariamente la bendición del fuego nuevo y del cirio pascual es el primero de los ritos de la solemnísima Vigilia Pascual –la celebración litúrgica más importante de todo el año–, seguido por la especial liturgia de la Palabra, los ritos bautismales y la Santa Eucaristía. Pero el comunicado de la Conferencia Episcopal de Costa Rica del pasado 18 de marzo dio un paso más allá, pues ya no sólo ordena la no realización de procesiones y demás actividades, sino que establece que, por la alerta que vivimos y en procura de “salvaguardar la Vida Humana y promover la Salud Pública”, “todas las iglesias, capillas y oratorios de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica se cerrarán al culto público de los sacramentos” “hasta nuevo aviso”; por lo que “se invita a los fieles a participar de la Santa Misa a través de los medios de comunicación: radio, televisión e internet”. Además, estableció que “se dispensa del precepto dominical a todos los fieles mientras se mantenga esta situación extraordinaria”. Y que “los sacerdotes deberán de celebrar la Santa Misa en privado (sin la presencia de fieles) de conformidad con las prescripciones del Derecho Canónico”.
No sabemos si esta medida extraordinaria estará vigente aún para la Semana Santa, por el curso de los acontecimientos es muy probable que sí; por lo que ya las Parroquias se están organizando con sus respectivas comisiones de comunicación para poder transmitir por sus redes sociales las celebraciones diarias de la Santa Eucaristía y en su momento será así con las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa ya mencionadas; lo mismo que los medios de comunicación católica de radio, televisión y otras plataformas tecnológicas ofrecerán el mismo servicio. Pero, siempre se tratará únicamente de celebraciones de los sacerdotes en privado que serán transmitidas a los fieles.
¿La celebración de la instauración de la Eucaristía lo harán los sacerdotes solos en las capillas?
La celebración de la Misa Vespertina de la Cena del Señor se celebra el Jueves Santo por la tarde, conmemorando la última cena de Cristo con sus apóstoles, con la institución de la Santísima Eucaristía, el sacerdocio ministerial y el mandamiento del amor. Este año, si se mantienen las condiciones de este momento, también se tendrá la celebración privada de los sacerdotes transmitida a los fieles.
¿Las misas o actos dentro del templo se mantendrán, como las del Domingo de Ramos y Resurrección?
Cabe recordar que los días de precepto de la Semana Santa son justamente esos dos Domingos –la liturgia sigue siempre la dinámica dominical– el “Domingo de Ramos o de la Pasión del Señor” y el “Domingo de Pascua o de Resurrección” que inicia con la Vigilia Pascual. La pasión y muerte de Cristo y su resurrección gloriosa son los misterios que conmemoramos en la Semana Santa de Domingo a Domingo. Es por ello que los señores Obispos han dispensado de la obligatoriedad del cumplimiento justamente del precepto dominical. Claro, siempre es de desear la numerosa, activa y consciente participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas y devocionales dentro de toda la Semana Santa. Sin embargo, como se ha dicho, dada la situación de emergencia que vivimos, lo más probable es que este año los fieles tendrán que seguir las celebraciones litúrgicas privadas de los sacerdotes por los diferentes medios.
Existe una tradición fuerte de confesarse en la Cuaresma, y este año es difícil, ¿en qué casos pueden las personas para continuar recibiendo la comunión si no se han confesado recientemente?
Los señores Obispos igualmente han suprimido las liturgias penitenciales y las confesiones en este tiempo de emergencia, siempre en vistas a salvaguardar la vida y la salud de todos. Evidentemente muchos fieles no podrán confesarse en esta Cuaresma. Además, como las iglesias están cerradas, los fieles no podrán acceder al sacramento de la Santísima Eucaristía –sin duda, los más duro para muchos–, por lo que se recomienda realizar la comunión espiritual. Pero, cabe recordar que el tiempo de Cuaresma no es el único espacio para confesarse, durante todo el año las Parroquias ofrecen su servicio de confesiones. Una vez superada esta situación que vivimos, los fieles son invitados a buscar el sacramento de la reconciliación. Sin duda en ese momento, las Parroquias y las Vicarías ofrecerán horarios especiales de confesiones, para que muchos puedan acercarse. Además, hay que tener presente que siempre la Santa Eucaristía inicia con el acto penitencial, el cual, vivido de una manera intensa y sincera, nos purifica de las faltas veniales que podamos tener, para acercarnos así purificados a la santa comunión. Únicamente en presencia de pecado grave es que se hace necesaria la confesión antes de recibir la santísima comunión. La Iglesia recomienda la confesión al menos una vez al año, es lo mínimo, pero evidentemente se nos hace necesario acudir a ella con más frecuencia; si en las circunstancias actuales no es posible hacerlo en esta Cuaresma, la hemos de buscar después cuando la situación se haya normalizado.