La devoción a la Niña Marisa está muy arraigada en los heredianos que ya pintan canas, aunque ha sido transmitida a las nuevas generaciones, muestra de ello es que la tumba de la pequeña siempre recibe visitas de personas que buscan su intercesión, así lo demuestra el libro, dentro del Mausoleo, donde muchos han dejado constancia de ello.
Pero desde el 2018 la devoción tomó más fuerza y quienes no conocían la historia la escucharon, ya que el 19 de marzo de ese año monseñor José Rafael Quirós arzobispo de San José emitió el decreto para abrir la investigación en el país sobre la vida, obras y milagro de la Niña Marisa, desde ese momento se le conoce cómo Sierva de Dios.
El Tribunal presidido por el padre Alejandro Jiménez, vicario judicial, analizó los escritos y testimonios en torno a los aspectos de la vida, su obra y testimonios y los presentó a la Santa Sede, en la Congregación de los Santos y ellos revisan desde ese momento sí puede continuar el proceso, y todo parece indicar que la respuesta será positiva y que podría emitirse este año el decreto sobre las virtudes heroicas de la Niña Marisa, declarándola “Venerable”
Antes de esa declaración la devoción a la Niña Marisa se mantiene de manera particular, es decir, cada persona en su casa puede tener una estampita de ella y pedir su intercesión, pero no podría encontrarse una estampa o imagen en ningún templo, ya al ser declarada “Venerable” sí puede estar su imagen en el templo
El siguiente paso es iniciar el proceso de beatificación, y para conseguirlo se debe demostrar al menos un milagro concedido por su intercesión después de su muerte, precisamente por ello, en la Iglesia pide a quienes hayan recibido algún milagro lo informen para que pueda ser tomado en cuenta y presentado a la Congregación de los Santos.
Las personas que hayan recibido alguna gracia especial, pedida a través de la mediación de la Niña Marisa, pueden comunicarlo al Departamento de la Causa de Canonización de la Niña Marisa, con sus datos personales. Pueden hacerlo llevando la información y documentación a las oficinas del tribunal Eclesiástico ubicado en Barrio México, San José o por medio de correo electrónico a la dirección causaninamarisa@iglesiacr.org o por correo postal al 10679-1000 San José.
Un milagro concedido a una familia costarricense fue el que permitió la beatificación de Sor María Romero, así que no es imposible de conseguir, más que muchas personas han compartido sus historias de milagros, pero ahora, deben informarlo formalmente para contribuir al proceso.
El siguiente paso, una vez lograda la beatificación es la canonización y para ello se debe demostrar otro milagro atribuido a la intercesión del beato, pero ocurrido después de su beatificación. En el caso de algunos santos el procedimiento de canonización ha sido rápido, como San Francisco de Asís y San Antonio, que sólo tardó dos años, en otros han pasado décadas.
La diferencia entre un beato y un santo es que el primero es venerado de manera local bajo permiso del papa, y el santo lo es por toda la iglesia por decreto del sumo pontífice.
TRASLADARÍAN SUS RESTOS AL TEMPLO DE EL CARMEN
Con la declaratoria de “Venerable” los restos de la Niña Marisa podrían estar en un templo, y al parecer serán trasladados al templo de El Carmen, donde cerca del primer vitral de la Virgen, se adaptaría el espacio para ello.
Actualmente los restos de la Niña Marisa permanecen en un mausoleo en el cementerio municipal de Heredia, que había sufrido, al igual que muchas tumbas antiguas, el abandono, pero tras el inicio del proceso en el 2018 la Municipalidad de Heredia le ha dado mantenimiento.
La Iglesia mantiene una cuenta abierta para recibir donaciones para apoyar la causa de beatificación de la Niña Marisa, donde las personas que lo deseen pueden aportar, está en el Banco Nacional número 100-01-202-000922-0
Quién era la Niña Marisa
María Isabel Acuña Arias es recordada como una niña caritativa, que con gran fe ofreció los dolores de su corta vida para pedirle a Dios que su padre dejara el alcohol, y se le concedió, poco antes que ella falleciera, el mismo día que había predicho a su confesor, quien llevó en forma detallada la historia de la pequeña santa, pero gran parte de esa información se perdió con el paso de los años.
Marisa vivía en el barrio Los Ángeles, en Heredia, se recuerda como la niña, que abrazaba a los indigentes y compartía con ellos el pan y una moneda, mientras el resto de las personas se alejaba de ellos por su mal olor.
Nació el 5 de marzo de 1941 en San José, pero su familia se trasladó a vivir a Heredia, porque tenían una panadería en los alrededores del Mercado. Fue así como Marisa se convirtió en herediana. Se formó primero en la Escuela Rafael Moya, e inició la secundaria en el Colegio María Auxiliadora, aunque murió antes de completarla: el 15 de agosto de 1954, con apenas 13 años.