¿SABE POR QUÉ SE CELEBRA EL DÍA DE DIFUNTOS?

Es una tradición que tiene sus orígenes antes de completarse el primer siglo de la historia de la humanidad, cuando el monje francés Odilón, abad del Monasterio Benedictino de Cluny lo instituyó para orar por los difuntos, ya que se acercaba el primer milenio y había gran temor de que el mundo llegara a su fin.

La tradición se  mantuvo basada en la fe de la Iglesia católica de orar por aquellos fieles que, al terminar su vida terrenal, se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.

El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que quienes mueren en gracia y amistad de Dios, pero no perfectamente purificados, pasan después de su muerte por un proceso de purificación, para obtener la completa hermosura de su alma.

La Iglesia llama «Purgatorio» a esa purificación; y lo muestra como un fuego, basado en palabras de San Pablo: «La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego». (1Cor. 3, 14).

La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º de los Macabeos en el Antiguo Testamento dice: «Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados» (2Mac. 12, 46); y siguiendo esta tradición, la Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos.

Al respecto, San Gregorio Magno afirma: «Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso». Estos actos de piedad son constantemente alentados por la Iglesia.

 

 

MÁS ALLÁ DE LA FE CRISTIANA…

Pero el Día de Muertos también tiene aspectos de otras culturas y creencias diferentes, que se entremezclan para llevar alivio a quienes desean reencontrarse con quienes ya no están.

La más colorida y reconocida a nivel mundial es la fiesta  del Día de Muertos en México, donde se preparan los platillos preferidos de los difuntos, decoran las casas y cementerios con flores, papeles de colores, fotos de la familia y no pueden faltar las velas, que alumbran el camino para que, quienes esa noche cruzan del mundo de los muertos, encuentren el camino a casa.

Los antiguos trajes de Catrina que es la representación femenina de La Muerte, ahora se mezclan con tradiciones más recientes, como vampiros, momias, fantasmas y zombis, porque la celebración sigue agregando elementos nuevos de acuerdo con las nuevas culturas que se mezclan.

Es una fiesta que une a los jóvenes con los viejos, a los vivos con los muertos; a lo prehispánico con lo español, con lo sajón y lo moderno. Los aztecas conmemoraban la cosecha, a la que llamaban Xocotlhuetzin, durante el décimo mes del año. Aquella celebración se unía con el Hueymiccailhuitl, que era la fiesta de los difuntos y de Xiuhtecuhtli, el dios de los muertos.

Los españoles, por su parte, conmemoraban el Día de todos los Santos el 1 de noviembre y el día de Los Fieles Difuntos el 2 de noviembre, para recordar a los buenos cristianos, que con el paso de los siglos fueron olvidados; a los santos y los mártires que desde en silencio dieron su vida por la Fe; a las personas justas y devotas, cuyas obras sólo son conocidas por Dios. Desde la época medieval, españoles conmemoran estas fechas con misas solemnes en templos y cementerios.

También está la tradición sajona, a través del Samhain; la celebración celta de la cosecha y sus frutos, que se compartían en una fiesta nocturna a la que vivos y muertos eran convocados. Cuando el misionero Patricius (San Patricio) evangelizó los territorios celtas y cambió los ritos paganos por la celebración cristiana de Todos los Santos, All Hallow’s Eve.

La antigua celebración azteca no desapareció con la llegada de los españoles, solo adquirió un sentido cristiano y un mensaje de esperanza, porque, aunque ya no quede nadie de la familia que eleve una oración por los que han fallecido, toda la comunidad lo hará en el Día de todos los Difuntos.

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