El sábado 14 de mayo de este año, se conmemoró el centenario del matrimonio de don Alfredo Roberto de Jesús González Flores y doña María Josefa Delia Casimira de Jesús Morales Gutiérrez.
Para celebrar dicho acontecimiento, comparto en esta nota, extractos de las crónicas de dicho enlace de los periódicos Diario de Costa Rica y La Tribuna. Las mismas están llenas de exquisitos detalles, siendo uno de ellos el hecho interesante de que el matrimonio tuvo lugar en la casa de doña Esmeralda Gutiérrez Flores, viuda de don Braulio Morales Cervantes, padres de doña Delia, ubicada al costado oeste de la esquina suroeste del Parque Central Nicolás Ulloa Soto en Heredia.
El Diario de Costa Rica compartió una crónica que con la imaginación, nos hace partícipes de la boda definitivamente: estar en la serenata, escuchar las palabras de don Alfredo, recorrer la casa de doña Esmeralda, participar en la ceremonia, degustar… en fin, aquí la misma:
“La ceremonia matrimonial del señor ex Presidente de la República Licenciado don Alfredo González Flores, con la señorita Delia Morales, ha sido sin duda alguna el acontecimiento social de más importancia, en lo que va del año, y ha constituido una gran manifestación de cariño para los contrayentes. Para dar una idea completa, hemos de detallar minuciosamente en esta líneas la espléndida recepción que con motivo de esta boda se ha efectuado en la residencia de la distinguida dama doña Esmeralda G. v. de Morales en su residencia de la ciudad de Heredia.
La serenata
Un grupo bastante numeroso de obreros de la Dirección de Obras Públicas, obsequió a la joven prometida del Licenciado González Flores, con una gran serenata en la ciudad de Heredia, la cual se efectuó en la noche del sábado, y según opiniones bastante autorizadas en ninguna oportunidad se ha visto en aquella localidad un arte de esa índole tan concurrido. De esta capital, salió un tren expreso conduciendo no menos de 500 personas, y desde las 9 de la noche se inició un desfile de automóviles que conducía a los invitados.
Las calles próximas a la residencia de doña Esmeralda se encontraban completamente llenas.
A las 11 de la noche dio principio la serenata, habiéndose ejecutado el siguiente escogido programa musical, por una magnífica orquesta integrada por 32 músicos y dirigida por el Maestro Repetto: Pique D’ Ame. Obertura; Tristezas. Vals; La Danza de las Horas de Ponchielli; Nocturno y Fy tee. Fox Trot. Todos los anteriores números fueron calurosamente aplaudidos.
Al terminarse el acto el señor don José María Durán ofreció este homenaje al Lic. González Flores y a su prometida. Contestó el Lic. González Flores, y luego, a instancias de la numerosa concurrencia, habló el Lic. don Manuel Castro Quesada.
La señorita Morales se encontraba acompañada por numerosas amigas en uno de los balcones, y entre otras, anotamos a las siguientes: Celia Gargollo, Clemencia Jiménez, María Julia González F., Carmen, Lucila y Rosita Echeverría.
Después de terminada la serenata muchos de los concurrentes pasaron a la residencia del Lic. González Flores, en donde fueron cumplimentados, regresando después de la media noche a esta capital.
La recepción del domingo
El fallecimiento de don Ricardo Montealegre Mora, impidió que hubiera música en la recepción que tuvo lugar después de la ceremonia matrimonial, pero no fue este motivo para que se congregaran en torno de los nuevos esposos los más sobresalientes miembros de las sociedades josefina y herediana, y disfrutaran de unas horas de verdadera alegría.
El adorno floral
Todas las dependencias principales de la regia mansión de doña Esmeralda v. de Morales destinadas a la fiesta fueron decoradas con insuperable buen gusto, por el conocido floricultor don Octavio Loaiza. Lucían por do quiera caprichosos cordones de flores con bombillos de colores entrelazados, y de trecho en trecho colgaban hermosos ramos de flores. Todas las dependencias presentaban un lucido aspecto.
La Sala Matrimonial
Había sido designado el salón de la derecha para efectuar la ceremonia, y el floricultor señor Loaiza, puso su mayor empeño en este adorno, que lo constituye en su gran totalidad ramos de azucenas; en el centro de la sala se destacaba una inmensa estrella, de cuyas puntas pendían cordones de espárrago y azucenas que terminaban formando cenefas en los ángulos del salón. Dos grandes espejos colocados a los lados del salón sobre valiosísimas y elegantes consolas de mármol y oro, daban más realce al salón en donde se encontraban hermosas canastas de claveles y flores blancas…
Los pisos todos se encontraban cubiertos con manta y brillaban miles de lentejuelas plateadas.
Llegada de los invitados
Muchos de los invitados de esta capital llegaron a la ciudad de Heredia en el tren de las 10 y media, otros poco después en los camiones y automóviles particulares.
El movimiento fue extraordinario en los alrededores del Parque.
Llegada del señor Arzobispo
A las 12 horas llegó a la ciudad de Heredia el Ilustrísimo señor Arzobispo de Costa Rica don Rafael Otón Castro, quien presidiría la ceremonia, se dirigió a la Casa Cural donde se alojó acompañado del señor cura Presbítero don Gregorio de Jesús Benavides.
La concurrencia
La concurrencia a la ceremonia, fue tan numerosa que a pesar de ser espaciosas todas las dependencias y los corredores de la casa, se hacía imposible el tránsito debido a la aglomeración. De pronto cesó el murmullo natural en estas reuniones, y en la parte superior de la escalera apareció hermosamente ataviada la joven prometida que seguida del cortejo de padrinos se dirigía a la cámara matrimonial…
El traje de la novia
Vestía la prometida, un valioso traje de “Creme de seda y encajes” “Chantilli último estilo de París, y pedido a New York en donde fue escogido por la señorita Eloísa Jiménez.
El peinado de estilo princesa, con el velo elegantemente recogido a un lado por un ramo de azahares, y caído en forma circular, más largo hacia atrás.
El velo puede conceptuarse como uno de los mejores que han llegado al país, de encaje irlandés, con ricas bordaduras a mano, las cuales resaltaban más en las esquinas.
Por primera vez en Costa Rica, en lugar del bouquet de novia, llevaba la señorita Morales un hermoso ramo de American Biuty blanco, ceñido en la parte inferior de un papel de seda y un lazo de cintas angostas blancas.
La ceremonia
Conducida la novia por don Ricardo Morales al salón en que debía efectuarse el acto, en donde esperaba ya revestido el Ilmo. Sr. Arzobispo, se efectuó la ceremonia de estilo.
Congratulaciones
Después del ceremonial, los amigos congratularon a los nuevos esposos, y se dispersaron por los distintos apartamentos para brindar un champagne por la felicidad de los contrayentes.
El salón comedor
El espacioso salón comedor fue hermosamente decorado con flores; lucía en el centro una mesa artísticamente dispuesta, y al medio de ella se destacaban en envases de cristal y plata, gran variedad de confituras, galletas, frutas azucaradas; más allá, en bandejas de fina porcelana y plata, sándwiches, pastelillos, quefines, etc. etc. Bien dispuestos en mesa aparte había queques de todas las clases y para los gustos más refinados.
El queque de la novia
En uno de los ángulos del salón comedor, en una mesa sutilmente decorada con lino y cintas blancas, aparecía el hermoso queque de novia, elaborado por doña Emilia Esquivel de Herrán y el que constituye una verdadera novedad en esta materia. Medía poco más de metro y medio de alto, formado por tres cuerpos y adornado con encajes de tul, y cordones de azahares; pendían de los extremos de los cuerpos finas cintas de seda blanca, que terminaban en lazos sobre la mesa. Durante la recepción y en determinado momento la señora Morales de González, acompañada de sus madrinas y amigas de la intimidad, partió el hermoso queque, distribuyendo asimismo la cinta entre sus amigos para que fueran anudados en esta ceremonia matrimonial.
La cantina
El servicio de cantina fue encomendado a don Moisés Artavia, quien en esta oportunidad ha puesto de manifiesto sus empeños cuando se le encarga de estos servicios. Durante toda la recepción 20 saloneros se encargaron de atender a los concurrentes, obsequiándoles además del Champagne Pomery que no faltó durante aquellas horas, helados, queques, confituras, dulces, y todo lo que puede desear el gusto más refinado. El servicio de cantina fue tan completo y esmerado que en muy pocas oportunidades hemos escuchado de la concurrencia como en esta, palabras de alabanza para la persona encargada de ello.
El viaje de bodas
A las tres de la tarde, los nuevos esposos salieron de aquella residencia para tomar el automóvil que los conduciría a la finca “El Monte” en donde pasarán unas semanas, para regresar a la ciudad de Heredia, en donde fijarán su residencia. Poco después de haber partido los nuevos esposos para el campo, se inició el desfile hacia esta capital, habiendo recibido todos los concurrentes hermosas cajitas de confites en las que se encuentra marcado el nombre de los novios y la fecha de la boda.
Canastas de flores
Raras veces hemos podido admirar tantas y valiosas canastas como las que fueron enviadas a Delia con motivo de su boda, las había de gran tamaño y de todas las formas…
Los regalos
Como recuerdo de su día de bodas, recibió la señora Morales de González, gran número de regalos, los cuales fueron expuestos en un apartamento especial; sería largo detallar cada uno de los objetos que allí había, bástenos decir que todos eran de gran valor y del mejor gusto…: alhajas; cuadros; objetos de plata y cristal; objetos de plata; estuches de tocador y comedor; objetos de arte; imágenes de busto; loza y cristalería; utensilios y menaje de casa…
Para finalizar
Cerramos estas líneas que llevan al conocimiento de las muchas amistades de los contrayentes la magnificencia de la recepción del domingo, una de las más lucidas de los últimos tiempos, y al cerrar esta información formulamos nuestros votos muy sinceros por la felicidad del nuevo hogar.
Por su parte La Tribuna, no lejos de la crónica del Diario de Costa Rica, nos compartió
“Suntuosa fiesta nupcial. Parecía como si en el regia casa de la novia se hubiesen dado la mano las glorias del pasado, – que parecían palpitar en la que fuera residencia de varones ilustres y de demás distinguidas – con las exquisiteces y los encantos de la vida moderna que deslumbra con el brillo de lo elegante y de lo selecto.
La carretera que se extiende entre esta ciudad de San José y la de Heredia ofrecía un bello aspecto con el rápido ir y venir de automóviles y coches, que pasaban fugazmente, saturando el ambiente con el perfume que venía de los trajes de seda, o rompiendo el silencio del camino con el cascabeleo de risas femeninas. El automóvil oficial que conduce a las señoras esposas del Presidente de la República y del Presidente de la Corte Suprema de Justicia, sufre un desperfecto y obliga a hacer un alto, pero reparado el daño, las distinguidas damas llegan en tiempo oportuno a su destino.
La tarde se ofrece espléndida, como si de ese modo sumase otro presente de boda a los muchos valiosísimos que recibe la hermosa prometida.
Dentro, la casa bellamente decorada con flores e iluminada con millares de pequeños bombillos de colores, y una concurrencia enorme, brillante, que invadía los amplios corredores y los grandes salones de la casa. Todo dentro de la severidad que impuso un duelo reciente, sin danza, sin músicas. Los invitados se distribuían en grupos cordiales, alrededor de una casa o al abrigo amable del jardín.
En la sala principal, el señor Arzobispo de Costa Rica imparte la bendición a los novios, ayudado del señor Cura de la localidad. El traje de la novia es estilo de París y ha venido de Nueva York. El velo es de encaje irlandés.
Después de las felicitaciones, se sirve champaña en abundancia y se continua sirviendo con esplendidez hasta el término de la reunión. El servicio de bufet es exquisito.
El número de presentes de boda llama la atención de todos, porque es muy crecido y porque todos son valiosos.
Enviaron regalos las personas siguientes: …
…El regalo de doña Esmeralda v. de Morales consistió en una rosa de brillantes y un anillo solitario; el de don Domingo González y señora, en un prendedor de brillantes y el de don Alfredo González en un brazalete de esmeralda y brillantes.
La recepción continuó, espléndida, hasta las últimas horas de la tarde.
Los recién casados salieron, en viaje de bodas para la hacienda “El Gallito”, de la familia González – Flores…
Un singular acontecimiento definitivamente, la unión de estos seres humanos extraordinarios, que dejaron una huella onda en el corazón de la historia herediana y nacional.
Fuente: Diario de Costa Rica, martes 16 de mayo de 1922, N° 854, Año III y La Tribuna, martes 16 de mayo de 1922, N° 622, Año III; ambas de la Biblioteca Digital del Sistema Nacional de Bibliotecas de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano.
Ilustración: Fotografías de don Alfredo González Flores y doña Delia Morales Gutiérrez. De destacar que la fotografía de doña Delia, se encuentra en el museo Casa de la Cultura Alfredo González Flores en Heredia, en la Sala de exposición museológica permanente que lleva el nombre de don Alfredo. La del señor González Flores debe ser de la misma dimensión y estilo que la de doña Delia. Quizás algún familiar la conserve aún, lo cual sería extraordinario que a un futuro cercano la donara a dicho museo y compartir ambas fotografías juntas. Fuente: La Tribuna, domingo 14 de mayo de 1922, N° 621, Año III. Biblioteca Digital del Sistema Nacional de Bibliotecas de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano.