A sus 59 años doña Estela Picado ya es una empresaria exitosa, desde su casa elabora joyería que viaja por todo el mundo. Pero el inicio no fue nada sencillo, según ella misma recuerda, y el contar con manos amigas como las del Banco Nacional, le permitió darle un giro muy positivo a su vida.
Hija de artesana, traía la habilidad innata en sus manos y un espíritu creador, el cual no había explotado, hasta que se encontró en medio de una crisis.
Recién divorciada, con dos hijos que sacar adelante, y con un trabajo de medio tiempo, doña Estela aprovechó el tiempo libre para capacitarse y desarrollar el talento que traía, fue así como empezó a elaborar joyería en vidrio pintada a mano, por lo que cada pieza es original.
Pero no contaba con las herramientas suficientes, fue en ese momento que acudió al Banco Nacional en busca de un crédito para adquirir sus primeros materiales y arrancar el negocio.
“Fue un préstamo pequeñito, porque estaba empezando, pero con esos 500 mil colones compré materiales y pude pagarlo rápido, ya después pedí otro para comprar las máquinas que necesitaba y así fui creciendo, gracias a Dios siempre hay personas que le dan la mano”, detalló doña Estela.
Ofrece sus productos en el mirador Gran Luna dos días por semana, desde hace 13 años, fue una de las primeras vitrinas para sus productos. La mayoría de los visitantes son turistas extranjeros que se enamoran de su joyería y la lucen por el mundo.
“Me considero una emprendedora. Trabajé administrando un restaurante, siempre me gustó el mercado, las empresas, pero llegó un momento en que por edad no me daban trabajo y fue cuando aproveché tener un trabajo de medio tiempo para prepararme llevé vitrocolor, vitrofusión y ahí comencé. Me había separado de mi esposo, tenía dos hijos que sacar adelante, la menor 14 años, apenas iba para el colegio, el mayor estaba en el colegio, me dediqué a tiempo completo y con eso los pude sacar adelante”, recordó.
Actualmente su joyería se vende también en los aeropuertos Juan Santamaría y Daniel Oduber en Liberia, por lo que puede asegurar sin temor a equivocarse que su arte viaja por el mundo.
ARTE CON NATURALEZA MUERTA
Con el paso del tiempo ha desarrollado varias técnicas, aunque su preferida es el arte abstracto porque le permite plasmar las emociones en el vidrio, el cual trabaja con palillos y sumo detalle.
También desarrolla con gran maestría el arte con naturaleza muerta. Hizo los contactos en un mariposario en Puerto Jiménez desde donde le envían las mariposas muertas y ella fusiona sus alas con el vidrio y el acrílico creando joyería.
“Es una forma de conservar su belleza, porque ellas solo tienen 72 horas de vida y quedan en los árboles o entre las plantas. Hay unas tan bellas y quedan ahí tiradas, lo que hago es que la muchacha las recoge en el mariposario y me las envía, y yo acá aprovecho su belleza”, detalló esta artesana quien da empleo a dos personas más, para apoyarla en diferentes etapas de la elaboración de la joyería.
También lamina y funde, trabaja en plata y otros metales, y planea dar el paso para combinar también las piedras preciosas. Espera crecer y así poder ofrecer más fuentes de empleo.
“Ofrezco joyería artesanal, todo pintado a mano, hecho con flores naturales, ahora trabajo el acrílico porque es mucho más liviano que el vidrio. Me gusta vender calidad y me alegra mucho cuando las personas llegan y me dicen que tienen mi joyería desde hace años y sigue intacta”, comentó