Alberto Ruiz, al igual que sus hermanos, provienen de una familia de finqueros; sin embargo, ninguno decidió estudiar carreras afines al campo, como si lo hizo su padre Adrián Ruiz, quien estudió agronomía.
Sin embargo, a punto de graduarse como arquitecto descubrió que su pasión no estaba ahí, sino que estaba en el campo y desde hace más de 5 años trabaja junto a su padre en la finca de la familia en San José de la Montaña.
“Cuando me metí con mi papá de lleno en la finca sentí que eso de verdad era la mío. Me hubiera encantado estudiar cualquier profesión referente al agro, pero ya en estos momentos es difícil por el tiempo y las carreras que son de tiempo completo, y uno está dedicado a tiempo completo a la finca, pero ahí vamos, sí he aprovechado las capacitaciones que ofrece el MAG o el INA y sacar técnicos en diferentes campos de interés. Como me dicen mis amigos, si ustedes ya tienen una finca no ocupa ser veterinario, ni zootecnista, lo que debe hacer es tecnificarse en lo que su finca ocupa, y como dice mi papá a brincos y saltos vamos sacando las tareas diarias”, comentó.
Siendo más jóvenes veían el trabajo en la finca como un castigo, porque precisamente era con llevarlos a trabajar ahí con lo que en la casa los castigaban, tal vez por eso ninguno eligió una carrera relacionada con el campo, pero para Alberto el trabajo en la finca le cambió la vida.
El encuentro se dio por casualidad. Ya estaba trabajando en arquitectura, cuando de un momento a otro lo cesaron en la empresa que laboraba, y en ese impase, su padre le pidió que le ayudara un par de días en la finca, y ahí se quedó.
“Cuando yo empiezo a trabajar en la finca con mi papá veo el montón de posibilidades, empecé a ver la paz mental que me daba estar aquí, siempre hay estrés porque hay que llevar sustento a las casas, pero la maravilla de trabajar en el campo, de tener esta bendición de trabajo es impresionante, no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo”, detalló.
Ese par de días en que ayudaría a su padre en la finca lo cambiaron por completo, y desde entonces se enamoró del trabajo en el campo, y junto a su papá impulsan varios proyectos diferentes, como opciones para enfrentar las dificultades, uno de ellos es el de engorde de cerdos con sobras de restaurantes.
“Por años el tico ha venido cambiando la perspectiva de lo que es el agro y los hijos de finqueros son abogados, médicos, le dan la espalda al campo, tal vez porque se ha venido viendo que el gobierno le da la espalda al agro y se le pierde el gusto, no se ve la posibilidad de negocio”, explicó.
A él no le importa meterse a las chancheras a lavar y alimentar a los cerdos, o ir a cortar sorgo para mezclar el alimento del ganado. Son labores que aprendió de su padre, y hace con orgullo cuando le corresponde.
“Tengo 33 años y cambie hace 6, espero en Dios seguir aquí. No se sabe las crisis que puedan venir, pero sí deseo seguir por el resto de mis días en la finca. Mis hermanos están anuentes de que siga con esto que ha sido hecho por nuestros antepasados, nuestro bisabuelo. Y si a nosotros nos tocó que nos quedara este negocio y todo lo que ha trabajado mi papá y mi abuela hay que ver cómo sacarlo adelante. Si yo estoy trabajando y tengo el respaldo de mis hermanos, son señales de Dios que vamos por el camino correcto”, agregó.
Para su padre es un orgullo que uno de sus hijos siguiera sus pasos y disfruta cada día trabajando juntos.
PROYECTO ESPECIAL EN LAS CHANCHERAS
Con la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, se abrió el mercado de carne y eso afectó a quienes se dedicaban a esta actividad, por ello, su padre encontró como opción para disminuir costos sin bajar la calidad de la carne de los animales, buscar una fuente alterna de alimentación.
Es así como inicia con el proyecto de hacer alianzas con negocios de comida para recoger los sobrantes, así se reduce la cantidad de desecho que va a los basureros y se aprovecha en la alimentación de los cerdos.
Con la guía de un zootecnista alistan los menús para los animales de acuerdo con su edad, y lo que se haya recogido esa semana. Eso les permite llegar a obtener grados de magredad similares al de los animales alimentados solamente con concentrado
“Siendo una chanchera pequeña con entre 100 y 150 cerdos, la hemos podido mantener, no es un gran negocio, pero es una especie de alcancía, que ayuda para el mantenimiento de la finca. Vamos tres veces a la semana a diferentes restaurantes, que no estén muy lejos por el costo del transporte, y para un comercio entregar los desperdicios de comida a quienes tienen chancheras, está bien visto por el Ministerio de Salud. El sistema está lejos de ser maravilloso, pero permite trabajar a bajo costo”, explicó.
IMPULSORES DE COOPERATIVA DE PEQUEÑOS PRODUCTORES DE LECHE
Su padre Adrián Ruiz, dedicado a la finca desde siempre, formado como agrónomo conoce la problemática de los productores lecheros, y tiene claro que la solución está en unirse y por ello, fue uno de los principales impulsores para crear la Asociación de Productores de Leche de San José de la Montaña.
Actualmente están en conversaciones con diferentes instituciones como el INDER, el INA, el MAG y la Municipalidad de Barva, para concretar el sueño de contar con un centro de acopio para darle valor agregado a la leche producida en la zona de San José de la Montaña.
“Ahora dependemos de lecheros y el productor es el que invierte más, quien tiene el riesgo, pero es el que menos gana, con el centro de acopio vamos a poder reunir la leche de varios pequeños productores, actualmente somos 20, y procesarla para empezar a venderla bajo nuestra propia marca”, detalló
Al inicio estarían comercializando queso fresco, semiduro y natilla, con todos los permisos sanitarios, y bien etiquetados. Además, tienen en proyecto venderle al Consejo Nacional de Producción leche líquida fresca.
Están seguros qué existe en el país mercado para productos artesanales que se elaboran con todos los controles y garantías para el consumidor, lo que les permitiría entrar a los supermercados a ofrecerlos.
El proyecto está muy avanzado, solo falta el financiamiento para construir la planta, la cual les dará un gran impulso a los 20 productores agrupados en la Asociación de Productores de Leche de San José de la Montaña, impulsado por este amante del campo.