La comunidad de Flores siempre se ha preocupado por su camposanto, y ahora tienen una razón más para sentirse orgullosos, y es que la Municipalidad instaló una nueva iluminación con luces led.
De esta forma se mejora la seguridad del camposanto, y también se embellece, ya que mantienen la simetría que se mantiene en el lugar desde que se construyó.
Pero, además, contribuye al ambiente, ya que se instaló un sistema de lámparas que se alimenta de luz solar, lo que también reduce la factura eléctrica.
Se instalaron 38 luces y 2 reflectores en la fachada de piedra, que encierra en sus piedras la historia de un pueblo, que en 1972 se dividió entre quienes querían que contar con su propio cementerio y quienes preferían seguir llevando sus muertos al cementerio de Heredia.
Según publicó el historiador Erick Bogarín, conforme se fue poblando el entonces distrito, Juan Alfaro Campos y un grupo de 22 personas más plantearon la necesidad de contar con el cementerio, lo que generó una importante discusión entre los vecinos, que terminó ante la Curia de Heredia, para que decidieran.
La decisión salomónica fue que el grupo que primero tuviera algún difunto sería el que decidiera, y fue precisamente una hija de don Juan la que falleció y por ello, Flores cuenta con su propio cementerio.
“Don Juan Alfaro contó a su esposa lo dispuesto por la Curia. “No sufras – le dijo – Dios proveerá la víctima”. Tenía ese matrimonio una niñita pequeña llamada María Felipa, doña Teresa Campos, esposa de don Juan, procedió a dar leche a la niña. Al rato, la pequeña moría. A las nueve de la noche la iban a enterrar, con música y bombos, en compañía de don Juan, ganándose así la disputa”, escribió en su recopilación don Erick.
Tras aquella jugada del destino, los vecinos se unieron para construir el camposanto en el terreno que en ese entonces estaba desnivelado, luego lo dotaron de una fachada bellamente construida en piedra, que se roba las miradas de quienes pasan por allí.
El cementerio se fue haciendo pequeño para el pueblo y un vecino Trinidad Rodríguez donó el terreno colindante al sur y así lograron ampliarlo.
Hoy es la Municipalidad la encargada de su administración y lo mantienen con el mismo esmero que quienes lo levantaron, en el siglo pasado.
