Aunque el TSE garantiza la imparcialidad del sorteo, el azar termina jugando un papel real en el escenario electoral. Una buena ubicación no define una elección, pero sí puede mover algunos puntos porcentuales en un entorno competitivo, especialmente entre votantes con baja identificación partidaria.
Brindamos un análisis rápido sobre cómo afecta la ubicación en la papeleta, con base en información de fuentes digitales.

Los primeros y últimos lugares en la papeleta tienen mayor probabilidad de captar votos “de impulso”.
En campañas con gran fragmentación partidaria, como la de 2026, ese detalle puede ser la diferencia entre obtener una curul o desaparecer del mapa político.

Por ello, los estrategas deben adaptar su comunicación visual y su mercadeo electoral a la posición asignada, reforzando la recordación y asociación positiva en la mente del votante.
La posición que ocupa un partido político en la papeleta no es un simple detalle gráfico: diversos estudios en psicología electoral demuestran que el orden de aparición influye en la toma de decisiones, especialmente entre votantes indecisos o con bajo nivel de información política.
El fenómeno se conoce como “efecto de primacía y recencia”.
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El efecto de primacía se refiere a la tendencia a recordar y preferir los primeros elementos de una lista.
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El efecto de recencia, por su parte, privilegia los últimos lugares, que quedan más frescos en la memoria.
En una papeleta, esto implica que los partidos ubicados al inicio o al final del listado pueden recibir un impulso adicional de votos, incluso sin que el elector tenga un vínculo previo con ellos.
Desde la óptica política, la ubicación también puede transmitir simbolismos.
El primer lugar en la papeleta suele asociarse inconscientemente con liderazgo, protagonismo o jerarquía, mientras que los espacios intermedios tienden a pasar más desapercibidos.
Los partidos con figuras reconocidas o fuerte maquinaria electoral logran compensar una posición desfavorable mediante campañas sólidas y estrategias de recordación; sin embargo, para agrupaciones pequeñas o nuevas, una posición visible puede ser un factor decisivo para alcanzar el umbral mínimo de votación que les permita subsistir políticamente.
Además, la distribución gráfica de la papeleta (si es horizontal o vertical, el tamaño de los logos y la claridad de los símbolos partidarios) puede reforzar o disminuir el impacto de la ubicación. En contextos de múltiples opciones, como el de Costa Rica 2026 con 25 partidos, la sobrecarga visual del votante aumenta, y por ende, la tendencia a optar por lo que se percibe primero o más fácilmente reconocible.
En términos de neuromarketing y comportamiento del consumidor político, la papeleta actúa como un “punto de venta” simbólico. En cuestión de segundos, el votante enfrenta un conjunto de marcas (partidos) y debe seleccionar una.
Aquí, la ubicación estratégica y el diseño del emblema funcionan igual que en el estante de un supermercado:
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Los productos en los niveles superiores o centrales suelen vender más, porque están dentro del campo visual directo.
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Los situados al final o en esquinas pierden impacto a menos que tengan una marca fuerte o un color distintivo.
De este modo, los partidos que logren combinar una posición favorable con símbolos visuales claros, nombres breves y colores bien contrastados, tendrán una ventaja psicológica inmediata frente a los demás.



