La comunidad de San Francisco de San Isidro celebró con entusiasmo sus fiestas patronales, manteniendo viva una de sus tradiciones más queridas: el partido de botas, una peculiar competencia en la que los jugadores deben participar disfrazados y luciendo las infaltables botas de hule.
El encuentro se realizó el sábado 5 de octubre y reunió a vecinos de todas las edades, quienes, más allá del resultado, disfrutaron de una jornada llena de alegría, creatividad y unión. Los equipos se habían preparado con anticipación, confeccionando sus trajes y ensayando cada detalle para ofrecer un espectáculo cargado de humor y espíritu comunal.

Como cada año, el partido fue solo el inicio de una gran celebración que se extendió durante toda la noche, con cimarrona, mascaradas, venta de comidas y múltiples actividades familiares. Las risas, los disfraces y la música llenaron las calles, mientras grandes y pequeños compartieron momentos que fortalecen los lazos que distinguen a esta comunidad herediana.
El clima también quiso ser parte de la fiesta: el frío y algunos chubascos acompañaron la velada, sin restar entusiasmo a los vecinos, que se mantuvieron firmes en su deseo de conservar sus costumbres y tradiciones.

Durante la celebración, la comunidad aprovechó para rendir homenaje a dos mujeres ejemplares por su entrega y servicio: Raquel González Arias y Kattia Zamora Campos.
Raquel González fue reconocida por su destacada labor como docente y su constante apoyo en las actividades comunales, dejando una huella imborrable en generaciones de estudiantes.

Kattia Zamora, por su parte, recibió el homenaje por su dedicación a la iglesia y su trabajo en el hotel de comidas de la Iglesia de San Francisco, donde con talento y cariño ha sido un pilar en cada celebración, llenando de sabor los momentos más especiales.
Los vecinos agradecieron a ambas por su ejemplo de compromiso y vocación de servicio, recordando que son personas como ellas las que mantienen encendida la llama de la unión comunal.
Con actividades como esta, San Francisco de San Isidro reafirma su identidad y su fuerza como un pueblo unido, donde las tradiciones no solo se celebran, sino que se viven con orgullo, alegría y corazón.




