Posiciones muy heterogéneas con respecto a la vacunación, que van desde el miedo provocado por múltiples factores, hasta el temor y la desconfianza, explican las razones del porqué algunos grupos se oponen a la vacunación contra la covid-19.
El sociólogo Abelardo Morales, académico de la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional (UNA), explicó que la actual crisis sanitaria provocada por la pandemia se acompaña de otras crisis que ya estaban presentes, a nivel local y global, como la crisis económica derivada de una complicada situación económica y fiscal, la crisis asociada con el cambio climático y otros desastres naturales, la crisis de desigualdad expresada en las migraciones y la crisis del pensamiento moderno, la que tiene que ver con la fe en la ciencia, en la racionalidad, en el cálculo, en la sociedad organizada, en el modelo industrial de producción y la organización de la vida social.
En consecuencia, agrega el sociólogo, el ser humano siempre está expuesto al temor, al miedo y a la desconfianza, lo cual no es malo porque así es como surge la ciencia y el pensamiento racional, pero también surgen otros miedos provenientes de la superstición, el miedo frente a las fuerzas de la naturaleza que el ser humano no puede controlar y el miedo a los actos mismos del ser humano, con las consecuencias y los resultados de la misma actividad humana.
En el caso de la vacunación, reconoce que la posiciones han sido muy heterogéneas y van desde los grupos que la aceptan—que son mayoría—a quienes la aceptan con el temor cuando administra cualquier otra medicina y quienes la rechazan por miedo, temor o desconfianza.
“No todas las formas de rechazo tienen que ver con miedo, sino que hay inclusive grupos que difunden información que sopesa una serie de motivos y que uno podría considerar razonables: toda vacuna produce efectos, igual que todo medicamento también produce efectos”.
Derechos individuales versus derechos colectivos
En relación con el debate de hasta dónde llegan los derechos individuales y hasta dónde los colectivos en materia de autonomía individual frente a la emergencia sanitaria de las actuales dimensiones, Morales explica que la pandemia no tiene por qué ser diferente con respecto a otras manifestaciones del entorno, como la violencia, el tráfico, el uso de drogas y más.
Desde su punto de vista, hay que “relativisar” todo lo que tiene que ver con la dimensión del cuerpo porque el cuerpo se ha definido y se ha identificado como un territorio distinto, particular, donde hay una dimensión que tiene que ver con el cuerpo social. “Desde una visión sociológica podríamos decir que todos somos parte de la población de una comunidad, de una sociedad, de un país y por lo tanto eso implica una serie de responsabilidades y también de oportunidades en términos de la interacción y la convivencia”. En otras palabras, la persona es dueña de su cuerpo en tanto su propiedad corporal no ponga en riesgo la integridad del cuerpo de los demás.
Este debate de los derechos individuales versus los colectivos, sin embargo, no solo se debe abordar desde la moral individual, pues también intervienen fundamentos de tipo científico, éticos y filosóficos y—agrega el especialista—el respeto de la moral individual no tiene por qué entrar en conflicto con la ética, que tiene una dimensión de colectividad, socialidad e intersubjetividad. “Los argumentos que se utilizan bajo el alegato de la autonomía para decidir si me vacuno o no me vacuno, no tienen suficiente fundamento desde el punto de vista de la ciencia, ni de la ética y no tienen fundamento desde el punto de vista de los derechos humanos”.
En relación con la posición antivacuna enarbolada por algunos grupos con intenciones político-electoreras, Morales defiende que, si bien no todas las posiciones son malintencionadas, hay grupos e individuos que se adhieren a estas posiciones por desconocimiento, por desinformación y por analfabetismo.
Y sobre el intento de algunos políticos, a nivel local y mundial, de sacarle ventaja a estos temas, el sociólogo considera que “están chocando con el hecho de que, según las estadísticas, según los sondeos y lo que uno observa en la convivencia con las demás personas, hay una altísima aceptación y confianza y reconocimiento de la necesidad de las vacunas”. Por tal razón considera “suicida”, en términos políticos, sacar provecho de esta máxima antivacuna, además de ser enormemente irresponsable.
Un gran negocio
Aparte de los debates en relación con la vacuna, para Morales es claro que algunos grupos han sacado ventaja de la pandemia, y las empresas transnacionales figuran entre las primeras. Como en crisis anteriores, las vacunas se han convertido en el negocio cautivo de las grandes corporaciones farmacéuticas, pues, como en el pasado, el gran comprador sigue siendo el estado.
También ha tenido un éxito relativo el movimiento antivacunas que ha basado su accionar en la difusión de noticias falsas o información manipulada, a través de redes sociales y dispositivos electrónicos, con los que han capturado a personas incautas, poco informadas y poco críticas y reflexivas sobre estos asuntos.