“MI ABUELA ME ENSEÑÓ A HACER CANASTOS A LOS 7 AÑOS”

María Elena Montero es la última canastera de su familia, con 61 años, aún hace canastas de diferentes tamaños y estilos.

María Elena Montero es la última canastera de su familia, aprendió el arte de su abuela Luz Montero Miranda, trabajó al lado de su mamá desde pequeña, haciendo canastos y vendiéndolos por las calles de Heredia y hasta San José.

A sus 61 años, continúa haciendo canastas, pero ya no son los canastos para ir a trabajar al campo, sino una nueva variedad: canastas decorativas, para guardar ropa, cosméticos, juguetes y hasta para ir a hacer las compras.

La habilidad en sus manos le permite armar un canasto en menos de una hora, a donde quiera que vaya lleva su cuchillo y las tiras de bambú para aprovechar el tiempo, asegura que no puede estar sin hacer nada, por eso en la casa siempre busca sembrar plantas, y se ofrece a ir a hacer jardines, dónde la busquen.

“Yo no se leer ni escribir, porque mi mamá me sacó de la escuela para que le ayudara a hacer canastos para venderlos, nunca jugué con muñecas, porque mi juguete eran los canastos, me gustaba mucho”, comentó doña María Elena.

Recuerda que su abuela era muy exigente y la hacía soltar las tiras de bambú hasta que quedaran bien.

“Mi abuela me enseñó a ir a cortar caña a los ríos, traerla a la casa, rajarla, sacarle las tiras,

esto para mí fue como jugar, yo nunca jugué con muñecas ni juguetes, esto era para mí era jugar, comenzaba con un asiento pequeño, y abuela me hacía soltarla como 8 veces hasta que aprendiera bien y quedara bien macizo, para que pudieran venderlo, y a eso me dediqué con los años”, comentó.

Muchas cosas han cambiado desde esos tiempos, ya no puede ir a las orillas de los ríos a sacar bambú, sino que ahora debe buscar a los dueños de diferentes fincas para comprar las cañas. Y quien le ayuda a cortarlas y llevarlas a la casa es su hijo.

“Yo no tenía papá, por eso tenía que ayudarle a mi mamá a trabajar, ahora ella tiene 83 años y yo la cuido. Vivo en la casa de ella mi hijo y mi nieto, siempre quise tener una casa propia, pero como no tengo estudios me costó mucho, tal vez algún día Dios me ayude a tenerla, sería feliz, haciendo un vivero en el patio porque me gusta mucho sembrar”, comentó doña María Elena.

“Antes vendíamos montones, salíamos de Barva a las 3 de la mañana caminando con diez canastos cada una, cuándo llegábamos al Virilla descansábamos y esperábamos a que la gente se fuera levantando para pasar por las casas a ofrecer los canastos y no nos veníamos hasta que los hubiéramos vendido todos”, recordó.

Ahora se vende desde su casa en San Pablo de Barva, o en las ferias donde la invitan. Quienes deseen contactarla pueden llamarla al teléfono  6100-3458 y aprovechar el arte en que convierte las cañas de bambú.

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