LA VENUS Y EL NEPTUNO: EL ESTADO DE LAS ESCULTURAS DE FADRIQUE GUTIÉRREZ EN 1956

“Fadrique Gutiérrez vencedor del tiempo, quiso embellecer al pueblo donde nació y otros se empeñan en afearlo, olvidando a quienes se merecen la gratitud y el respeto nacionales… algo más que el desprecio de las gentes merece su memoria.”

Erick Francisco Bogarín Benavides

“Heredia y su heredianismo”

Compartimos estas extraordinarias fotografías de las esculturas del General de Brigada Fadrique Gutiérrez Flores, la Venus y el Neptuno, que se adjuntaron al artículo titulado “Volvamos a las GLORIAS NACIONALES”, del señor Manuel Picado Chacón, publicado en el Diario Nacional en 1956.

Muchos datos nos ofrecen estás geniales imágenes, de las cuales compartimos en esta ocasión el artículo del señor Picado Chacón y otras fotografías de donde se ubicó la escultura del Neptuno y su estado actual, al sur del Centro Nacional Especializado en Electrónica del Instituto Nacional de Aprendizaje, en el Barrio Corazón de Jesús. Dicha escultura se puede observar en uno de los corredores del Palacio Municipal de Heredia y la Venus, en el Museo Nacional de Costa Rica.

“Se debe el presente reportaje, al Licenciado don Manuel Picado Chacón, quien acompañado de uno de nuestros redactores se trasladó a la ciudad florense, con el objeto de hacer ver la injusticia que se está cometiendo con uno de los valores de la Patria, inmortalizado por Dobles Segreda: Fadrique Gutiérrez. Al respecto dice:

Es muy difícil decir algo más sobre lo que ya, lleno de gracia y donosura en su pintoresco libro “Fadrique Gutiérrez” dijo Luis Dobles Segreda. “Fadrique Gutiérrez” es un libro que para parodiar a Papini en su “Hombre Acabado” es un “libro acabado”. El personaje, hidalgo extravagante de muchas andanzas, tiene tres dimensiones y vive en la páginas del escritor herediano. El ambiente de la época está maravillosamente creado y hasta la lección de historia patria nos recuerda a los ticos que debemos dejar el letargo cazurro que nos hace no apreciar las cosas que valen, escritores y obras nacionales, para ocuparnos de soncerías en “Cinemascope”. Creo yo que todos los costarricenses a estas horas debieron haber leído “Fadrique Gutiérrez”, libro que deja en la boca el sabor suave del dulce fino y el aroma del coñac añejo. En el libro de Dobles Segreda habla del artista escultor, pintor y poeta que fue don Fadrique Gutiérrez.

Con la minuciosidad que le es característica, Dobles desempolva una a una, las obras del artista. Volvemos a los tiempos ya idos en que los hombres entregaban un pelo del bigote en testimonio de su palabra y la cumplían con la Patria, el amigo, el jefe y la amante. Pero eso fue ayer; como ayer fue también que un hombre genial y extravagante se le ocurrió llenar una ciudad de esculturas y poner en ella un fortín – ojo vigilante del ayer – con las aspilleras al revés. Aquel pensaba que creando arte sembraba belleza, sus muñecos dijeron luego que ellos son guardianes de la memoria del artista que los creó. Pues bien, en la página 108, Dobles habla de las esculturas de don Fadrique de las cuales yo me ocuparé. En el galerón municipal de la ciudad de Heredia, está parte de una fuente, que antes tuvo tres cuerpos, y que está coronada por un Neptuno esculpido en piedra de Pavas por don Fadrique Gutiérrez. El poco respeto por la ancianidad de Neptuno que ya es mucha, hizo que le arrimaran un galerón y lo que es más, utilizaran la fuente como pared sin pensar que el Dios del Mar que antaño tenía un tridente puede mostrar enojo en sus ojos de alga y venir a cobrar la irreverencia. Dice Dobles que antes esa fuente era hexagonal, tenía tres cuerpos y en los laterales velaban al Tiempo dos leones. Hoy no queda más que el cuerpo central en donde reposa Neptuno y con los días, nada de eso quedará. Detrás del galerón donde quedan las paredes de los antiguos tanques de la cañería herediana, erguida sobre una pared, haciendo equilibrio de los temblores, está una Venus con taparrabo y nudo atrás, obra también de don Fadrique. También el tiempo quiere desmoronar la Diosa y con los días caerá de allí sobre la corriente de un riachuelo cenagoso que antes le daba agua a la turbina del telar de don Federico Velarde. Venus mira al horizonte pero no puede, porque los techos de tejas y herrumbre de las casas vecinas que la tienen prisionera entre escombros, no la dejan. Debe alguien, y este alguien con mayúscula, ocuparse de esas obras de arte abandonadas al desdén de una Costa Rica aerodinámica que olvida sus tradiciones, rescatar esas esculturas y trasladarlas a algún lugar, la Escuela de Pedagogía o el Museo Nacional, en donde los ticos demos muestra de que nuestra cultura de relumbrón nos sirve para algo más, que para frotarle la espalda a algún diplomático, cuando éste nos llama “país culto”.

Creo yo que si Dobles Segreda es un valor consagrado de las letras nacionales, Fadrique Gutiérrez fue un escultor nato que merece algún respeto y una mejor memoria de los heredianos. La Municipalidad de Heredia en homenaje al escritor de ahora y al escultor de ayer, debe hacer algo porque Venus y Neptuno no sean las víctimas inermes de su abuelo Cronos y los trasladen a donde las gentes si quiera se enteren de que Fadrique Gutiérrez vencedor del tiempo, quiso embellecer al pueblo donde nació y otros se empeñan en afearlo, olvidando a quienes se merecen la gratitud y el respeto nacionales.

Todas las otras obras de Fadrique que están diseminadas en las iglesias del país, tiene el ala protectora del respeto por los Santos que sienten las gentes, pero estas dos no, que por algo Fadrique una vez concluidas dijo que servirían solo para espantar los zopilotes que llegaban a los tanques a ensuciarlos, pero no pensó que unos, más negros de ignorancia y desdén, sepultarían a Venus entre unos muros cenagosos. Dobles en su libro hace gala de erudición en cuanto al personaje se refiere, también luce su bello lenguaje de escritor cuidadoso y el libro es una legítima joya de sabor nacional. Fadrique fue un artista, un militar, un político, un aventurero, pero también fue un hombre inteligente y algo más que el desprecio de las gentes merece su memoria.”

Fuente: Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano.

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