POLICÍAS SALVAN LA VIDA A BEBÉ

Las sombras de la noche ya estaban cayendo sobre el caudaloso río Telire y el atracadero de la comunidad de Bambú, ubicado en el cantón de Talamanca, cuando varios oficiales de la Policía de Fronteras de Sixaola divisaron un pequeño bote que se dirigía hacia ellos.

Debido a que ese atracadero es un punto estratégico en el movimiento de personas entre los diferentes poblados de Talamanca ubicados a ambas márgenes del río Telire, los oficiales fronterizos realizaban un control de embarcaciones y vehículos que llegaban hasta ese punto.

Según sus procedimientos, ellos estaban a la espera de que el bote terminara de cruzar dicho río para dialogar con sus ocupantes y revisar la pequeña embarcación.

Sin embargo, a bordo del bote no había nada sospechoso, pero sí una angustiada madre indígena con una pequeña bebecita en brazos.

Ante la desesperación de la mujer los oficiales le preguntaron acerca de lo que le preocupaba, que, si tenía algún problema, a lo cual ella manifestó la urgencia que tenía de llegar hasta la clínica de Suretka porque su hija estaba muy mal de salud.

Según les narró la joven madre, de apenas 18 años, la menor estaba presentando problemas respiratorios y que, según ella había podido notar en los últimos minutos, la bebé ya no estaba respirando.

La madre estaba preocupada porque anochecía y, tras caminar tres horas por las empinados y lodosos caminos del poblado de Yorkín, aún debía esperar unas dos horas más para que el bus que presta servicio a Bribrí la llevara hasta Suretka.

Así que, sin pensarlo mucho, los oficiales entendieron que la más importante misión en ese momento era salvar la vida de la niña, identificada como Ester, de apenas 22 días de nacida, tal y como han tenido que actuar otras veces para rescatar a personas en peligro de muerte.

Gracias a su preparación en primeros auxilios, le tomaron los signos vitales y determinaron que Ester aún estaba con vida.

Acto seguido subieron a la madre y su niña a bordo de la patrulla para dirigirse hasta Suretka, a cuya clínica llegaron casi a las 7 de la noche.

La única mujer del grupo policial tomó a la bebé en sus brazos y la llevó directamente a emergencias para que el personal médico le diera la máxima prioridad posible, lo cual en efecto ocurrió y la bebé logró ser salvada de una muerte casi segura.

Damaris, sumamente emocionada, les dijo a los policías fronterizos que ellos eran sus ángeles, por lo cual les agradeció mucho el haber estado justo en el lugar y momento en que ella y su pequeña Ester más los nesitaban.

Los miembros de la Policía de Fronteras, una vez que lograron que la sonrisa le retornara al rostro de Damaris, se retiraron de la clínica de Suretka con la satisfacción de haber hecho el mejor cumplimiento del día.

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