MASCARADA SE CONVIERTE EN SÍMBOLO NACIONAL

Tras la aprobación en segundo debate del proyecto de ley que convierte la mascarada en símbolo nacional se armó la fiesta en el edificio legislativo.

“Las mascaradas tradicionales costarricenses no solo son un ícono de la alegría del tico, también están cargadas de historia y su creación conlleva horas de trabajo, convirtiéndolas en verdaderas obras de arte. Entre sus trajes arrastraban también a los mascareros, esos artesanos de barrio que habían dado vida a la colorida tradición. Es en virtud de lo anterior, resulta necesario hacer conciencia a las actuales y futuras generaciones de salvaguardar esta tradición, homenajear a nuestros antepasados y mantener nuestras tradiciones como patrimonio cultural”, indica la justificación del proyecto presentado por la diputada Patricia Villegas, del Partido Integración Nacional, que se convirtió en ley, faltando una semana para finalizar su periodo en el Congreso.

La cimarrona y mascareros de Barva armaron la fiesta en la Asamblea Legislativa para celebrar la aprobación de la ley que convierte a La Mascarada en Símbolo Nacional. Hasta el alcalde barveño Jorge Acuña y la diputada impulsora del proyecto de ley la diputada Patricia Villegas, se sumaron al baile.

Y es que este reconocimiento a una tradición muy arraigada en los cantones heredianos hizo que la fiesta también se llevara a las comunidades, como Barva, donde la noche de la aprobación la cimarrona y mascarada tomaron el parque. También se sumaron a la celebración desde sus redes sociales Santa Bárbara y Santo Domingo.

Durante el acto en la Asamblea Legislativa participaron los alcaldes de Barva y Oreamuno de Cartago por ser considerados cantones con gran arraigo de la tradición mascarera.

“Si no educamos a los niños perdemos lo nuestro y es lo que estamos haciendo, rescatando en un mundo globalizado. Hoy más de 90 países celebran la mascarada y en Costa Rica tenemos casi 300 grupos y cinco mil máscaras de los diferentes mascareros”, comentó la diputada impulsora del proyecto que se convirtió en ley una semana antes de finalizar su periodo legislativo.

Las mascaradas se adoptan en el Valle Central, aproximadamente a mediados del siglo XX, como una fiesta para celebrar la libertad y unir al pueblo. Como arte popular históricamente se contrapuso al arte elitista, buscando que todos los vecinos se reunieran, independientemente de su clase social. Participando desde músicos, mascareros, payasos, homenajeados y los espectadores. La celebración está impregnada de temáticas como la libertad, el juego y la comunidad, sus personajes representaban esto mismo: el policía, leyendas como el cadejo, la llorona, el «pisuicas», personas propias del y hasta personas de la política nacional, entre otros.

Lamentablemente muchos de los fabricantes de máscaras consideran que es un oficio que se extingue y no resulta rentable, precisamente porque los artesanos no encuentran relevo generacional.

 

¿PARA QUÉ LA LEY?

La nueva ley solo consta de dos artículos, el primero que declara la mascarada como símbolo nacional, y el segundo que dice: “El Ministerio de Educación Pública, incluirá en sus programas educativos, de sensibilización y divulgación apoyo a las mascaradas. El Ministerio de Cultura y Juventud podrá informar los valores culturales sobre las mascaradas como también apoyar iniciativas para salvaguarda esta tradición popular. El Ministerio de Turismo y el Instituto Costarricense de Turismo promoverán las mascaradas como un elemento que incentive el turismo y el comercio de sus actividades”.

Con la ley se busca que desde los centros educativos se de la sensibilización sobre esta tradición, que niños y jóvenes conozcan la historia, el valor, lo que hay detrás de la mascarada.

Además, desde el Ministerio de Cultura informe y promueva los valores culturales asociados a la mascarada, a lo largo de los años han realizado una importante labor de investigación.

También plantea que el Instituto Costarricense de Turismo promueva las mascaradas como atractivo turístico, lo que podría llevar más visitantes extranjeros a los cantones de tradición mascarera, con el beneficio que representaría para las economías locales.

 

 

UN POCO DE HISTORIA

El proyecto de ley establece que el origen de las máscaras se remonta a la época precolombina antes de la llegada de los españoles al territorio de Costa Rica en el siglo XVI, los pueblos aborígenes contaban con algunas tradiciones que incluían la elaboración y utilización de máscaras.

La más destacada de estas tradiciones, que ha llegado hasta la actualidad, es el juego de los diablitos, de los indígenas Boruca. Las máscaras de esa época eran elaboradas con madera de balsa, con las cuales los participantes del juego de los diablitos se disfrazan para la celebración, que se lleva a cabo entre el 31 de diciembre y el 2 de enero de cada año.

Esa teoría se sostiene por los hallazgos realizados en excavaciones arqueológicas en la zona sur de Costa Rica, donde se asentaron los reinos borucas, donde destacaban piezas de oro que representan personajes enmascarados, así como bailarines y músicos.

Las máscaras prehispánicas se hacían de materiales como arcilla, piedra volcánica, madera, jade y se coloreaban con pigmentos naturales, sus temáticas eran propias de la cosmovisión indígena, las utilizaban en danzas rituales, lo que les otorgaba un lugar privilegiado y les confería poder en la sociedad indígena.

En la época colonial fueron los “parlampanes” grupos de vecinos de condición generalmente humilde, quienes se disfrazaban con trajes ridículos y utilizaban máscaras representando animales. Durante la época colonial, en la ciudad de Cartago, antes del inicio de las corridas de toros durante las festividades populares o religiosas, los “parlampanes” salían a bailar y corretear a los asistentes

En la Colonia, las máscaras eran fabricadas de papel mache y mezclaban tradiciones religiosas, indígenas y africanas. Quienes las llevaban vestían con mantas, a las que hacían agujeros para ver y respirar, de ahí surge el término “mantudos”

La mascarada popular de tradición colonial tuvo un resurgimiento en el país, en La Puebla de los Pardos de Cartago, con Lito Rafael Valerín, y de allí se fue expandiendo a otros lugares, llevada por grandes mascareros como los hermanos Guillermo y Pedro Fer García quienes se animaron a hacer las primeras fiestas con mascarada en el parque Morazán y después en Zapote.

En Heredia cantones como Barva cuentan con importantes mascareros

Uno de los pasos más importantes para reconocer el valor de esta tradición fue el decreto de 1996 para celebrar el 31 de octubre el Día Nacional de la Mascarada y posicionar la tradición tica frente al Halloween.

Las mascaradas son ahora símbolo nacional, y Heredia está de fiesta, ya que esto implicaría un aumento en el turismo atraído hacia las comunidades con tradición mascarera.
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