
Doña Susana Corrales Mejías hoy destaca por ser una lideresa, con dos empresas y un gran carisma para ayudar a quienes necesitan una mano para salir adelante, porque la pobreza no es una historia que le contaron, sino que la vivió en carne propia, ya que proviene de un hogar humilde, donde le enseñaron el valor del trabajo, del esfuerzo y el estudio. Valores que nunca dejó de lado a pesar de las muchas dificultades que la vida le puso.
“Era una niña muy tímida, me daba miedo hablar en público, más que todo porque una maestra me había hecho sentir muy mal, me dijo que yo solo iba a servir para tener hijos, porque no servía para estudiar, imagínese lo que hace eso en el corazón de una niña”, comentó.

Doña Susana era una niña con déficit atencional, y ante la incomprensión de sus maestros, ella no se sentía bien en las aulas, incluso dejó el colegio, pero ante la insistencia de sus padres, completó el bachillerato en un programa de educación abierta.
En lo que sí era muy buena desde pequeña, era para tomar decisiones, recuerda que en muchas ocasiones cuando no había dinero en la casa, ella iba al patio de la abuela, bajaba limones o alguna otra fruta, llenaba unas bolsas y se iba a venderlas por las calles de Santa Lucía de Barva, donde creció junto a sus dos hermanos.
En su juventud trabajó en una sodita que había en un lubricentro, dónde hacía empanadas, luego trabajó en tiendas y en ventas, hasta que completó sus estudios universitarios en Educación Preescolar y trabajó como maestra, lo que se convirtió en el primer paso para cumplir su sueño, tener un kinder, su propia empresa.
“De niña llevaba un diario donde anotaba mis sueños y siempre soñé con tener mi propio kínder, yo iba a ser empresaria, y nunca iba a dejar un niño sin comer, muchas personas se burlaban de mis aspiraciones, porque era una chiquita de escasos recursos, mi mamá ama de casa, y mi papá era pintor, además, él tuvo una situación de salud y en ese entonces los médicos le dieron tres meses de vida, la situación económica empeoró mucho en la casa, pero Dios tuvo misericordia de nosotros, y a papi lo tenemos vivo, con la ayuda de Dios superó esa enfermedad”, recordó.
“Muchas veces pasamos necesidades, por eso ahora cuándo veo hacia atrás se me salen las lágrimas y agradezco a Dios por permitirme cumplir mis metas y llenarme de muchas bendiciones. El camino no ha sido fácil, gracias a Dios hubo ángeles que me permitieron salir adelante”, agregó.

ANGELES EN SU CAMINO
Uno de esos ángeles fue la ex primera dama de Venezuela, Blanca Ivañez, con quien coincidió mientras estaba en uno de sus trabajos, ella sí creyó en su capacidad y le financió la carrera de preescolar.
“Yo no podía ingresar a una universidad pública porque no hice los exámenes de admisión, como sí hicieron mis hermanos por lo que ellos pudieron graduarse en la universidad pública, los dos también son profesionales. Entonces doña Blanca me dijo que si yo quería estudiar, ella me ayudaba y así fue, ella me pagó la carrera”, narró.
“Yo salía del trabajo en la Zona Franca Metro y me iba para la Universidad, no tenía mucho dinero, porque de lo que ganaba había que ayudar a la casa y pagar los pasajes para ir a trabajar, no podía darme el lujo ni de ir a tomarme un café a la soda de la Universidad, y más de una vez, tuve que irme a pie para la casa en Santa Lucía de Barva, porque no tenía para los pasajes del bus. Una muy buena compañera me ayudaba imprimiendo los trabajos de la universidad, porque conocía mis dificultades económicas”, recordó con lágrimas en sus ojos.
La vida puso en su camino a un muy buen compañero de vida, que se convirtió en su esposo, y padre de su pequeño ya de cuatro años. También se casó con sus sueños, y por eso no dudó ni un momento en apoyarla con su meta de poner un kínder, esto fue gracias al apoyo de un padrino de su hijo, don Luis, quien le dio la oportunidad de tener su primer kinder invirtiendo en este, el cual inició con tres niños solamente.
“En el primer año de abrir el kínder yo seguía con mi trabajo en la guardería de la Zona Franca, y pagábamos una maestra, llegó un momento muy difícil, se nos juntaron las deudas del alquiler del espacio para el kínder, y el préstamo de la casa en la que mi esposo había invertido el esfuerzo de toda su vida, pero aún estaba pagando, y debimos sentarnos a elegir si pagábamos la casa o si seguíamos con el kínder, y mi esposo confió en mí, en mi sueño, él apostó por el kínder, perdimos la casa… fue muy doloroso, yo tuve que entregar las llaves”, narró.
Con mucho esfuerzo continuaron promocionando los servicios del kínder y poco antes de cumplir el año fueron tomados en cuenta por el IMAS para la red de cuido, a partir de ese momento las puertas se abrieron, y luego de una entrevista en La Nación, llovieron las llamadas de interesados en aprovechar los servicios del kínder bajo la figura de la Red de Cuido, que permitía a las madres dejar a sus hijos en un lugar seguro mientras ellas iban a sus trabajos.
Pasó de tener solo 3 niños a 40 rápidamente; sin embargo, esto vino acompañado de nuevos retos, porque los pagos llegaban un mes o más después, y ellos debían cubrir la alimentación de los niños todos los días, en no pocas ocasiones, debían tomar parte del diario de la casa para la comida de los niños.
“Ningún niño se nos fue sin comer, preferíamos quedarnos sin comer nosotros a que un niño no tuviera sus meriendas, almuerzo y comida, porque uno sabe lo que es pasar hambre, muchas veces mis papás nos llevaban comida porque sabían que estábamos en un proceso y ellos también creían en mi sueño”, narró.
Actualmente el Kinder Caminito de Luz tiene dos sedes ambas en San Francisco de Heredia, con más de 180 niños entre ambos, cuentan con excelentes docentes y personal muy comprometido con la atención de los pequeños.
“Estoy más que agradecida con Dios y con las personas que confiaron en mis sueños, y ahora yo tengo un compromiso con ayudar a otras personas y así nace Ransu, una Academia para compartir con otras personas que tienen sueños, pero necesitan una mano para no caer, para sentir ese apoyo que yo tuve”, detalló.
Precisamente este mes Ransu inicia una serie de talleres para ayudar a emprendedores a mejorar la confianza en sí mismos, a hablar en público, en general, a enfrentar sus miedos. Si desea conocer más sobre la Agencia y Academia con Propósito Ransu, puede comunicarse al teléfono 7279-9920 y de la mano de doña Susana Corrales alcanzar sus sueños.